Neil Amstrong: “Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”
Gracias, Neil, por acordarte de que las mujeres también hemos llegado a la Luna…
Ahora, en serio.
Geraldyn ‘Jerrie’ Cobb pudo ser la primera en pisar la Luna.
Cumplía todos los requisitos para las duras condiciones de la misión espacial, pero el machismo de la época (el 75% de las mujeres estadounidenses no trabajaba fuera de casa y les estaba vedada la carrera militar aérea. Estando casadas, se les pedía el permiso del marido si solicitaban un préstamo bancario, compraban inmuebles, automóviles e incluso grandes electrodomésticos como neveras) no podía permitir que la primera pisada en la Luna fuera de una mujer.
La discriminación llegaba al espacio, lo que no impidió que, a pesar de esta injusta y anómala situación, un cirujano educado en la Universidad de Harvard, William R. (‘Randy’) Lovelace y un general de la Fuerza Aérea estadounidense, Donald Flickinger, se ocuparan de investigar si, desde una perspectiva puramente biológica, si las mujeres eran adecuadas para los vuelos espaciales.
Desde 1958, la NASA, bajo la guía de Lovelace, comenzó a preparar posibles astronautas, entre ellas 19 mujeres. 13 aprobaron “sin reservas médicas”, en comparación con el sus compañeros masculinos, que dieron resultados peores.
Se las conoció como ‘Las Trece del Mercury’ (por analogía con ‘Los Siete del Mercury’, los primeros astronautas estadounidenses). Esas 13 mujeres fueron: Bernice ‘Bea’ Steadman, Janey Hart, Geraldine ‘Jerri’ Sloan Truhill, Rhea Allison Woltman, Sarah Lee Gorelick Ratley, Jan Dietrich, Marion Dietrich, Myrtle Cagle, Irene Leverton, Gene Nora Jessen, Jean Hixson, Wally Funk y Geraldyn ‘Jerrie’ Cobb.
Esta última fue la primera mujer en ser voluntaria para el programa. Habiendo realizado un vuelo con tan sólo 12 años de edad, logró numerosos récords aeronáuticos mundiales de velocidad, distancia y altitud, y había acumulado más de 10.000 horas de vuelo. De los astronautas de ‘Los Siete del Mercury’, John Glenn era el que tenía la mayor experiencia de vuelo con un total de 5.100 horas, la mitad de las de su rival femenina.
Pero para 1960 los cánones machistas seguían imperando en la Fuerza Aérea norteamericana, y se desestimó la participación de mujeres en los vuelos espaciales, a pesar de que demostraron que se afectaban físicamente menos en las pruebas que se hacían a los futuros pilotos espaciales.
Tenían claro que el peso corporal de las mujeres, más ligero que el de los hombres, reduciría la cantidad de combustible de propulsión utilizado para impulsar la carga del cohete, y que las mujeres necesitarían menos oxígeno auxiliar que los hombres. También sabían que las mujeres sufrían menos ataques al corazón que los hombres y se pensaba que sus sistemas reproductivos eran menos susceptibles a la radiación que los de los hombres. Por último, los datos preliminares sugerían que las mujeres soportarían mejor que los hombres el estar en espacios estrechos, como los de las cápsulas espaciales de aquellos años, y también el aislamiento prolongado.
Dos años más tarde, en 1963, cuando Cobb ya había colgado su traje de astronauta y se había convertido en una alta ejecutiva, los temibles rusos pusieron en órbita la nave Vostok VI, tripulada por Valentina Tereshkova, la primera mujer en la historia que salió al espacio; había sido elegida entre 400 candidatos, tenía 26 años y el nombre falso, y juguetón, de Chaika (gaviota en ruso).
Tendrían que pasar más de 20 años para que, en 1983, una estadounidense viajara al espacio. Desde entonces, la presencia femenina en estas misiones se ha normalizado y una mujer ha llegado a comandante de la Estación Espacial Internacional.
(Fuente: erroreshistoricos.com y Amazings. La foto es de la NASA y difundida por EFE y muestra a la astronauta norteamericana de origen indio Kalpana Chawla a bordo del transbordador espacial Columbia en 2003).