¿Deben las mujeres con un puesto de alta responsabilidad actuar como el más autoritario de los hombres y aguantar burlas por su forma de vestir, de peinarse, de hablar o de defender sus ideas?
En su nuevo libro, ‘La desgracia de ser mujer’ (Now books Llibres), Rosa Regàs desgrana los orígenes de una sociedad tan profundamente machista que convierte en desgracia el nacimiento y la vida de miles de mujeres y denuncia con ejemplos propios y ajenos las injusticias históricas y contemporáneas en ámbitos como el religioso, el laboral o el familiar. La autora habla de la condición de mujer y del feminismo en general desde su punto de vista y con ejemplos de experiencias personales
Una esperanzada reivindicación de la condición femenina y una reflexión escrita con un tono combativo escrita con un estilo más cercano al de la literatura que al del ensayo. Un grito también a favor de todas las mujeres, sobre todo las más desfavorecidas, las ocultadas, las silenciadas, las que siguen en el anonimato solo por su definición sexual. “Somos nosotras, las privilegiadas, las que tenemos la posibilidad de dar voz a quienes no la tienen”, ha dicho Regàs al respecto.
“Porque si es cierto que todavía hay hombres que solo nos ven como madres, esposas, criadas o prostitutas, también lo es que son muchos los que en cuestiones de creación, no es que nos vean de un modo o de otro, con justicia o sin ella, es que simplemente no nos ven”, ha afirmado la autora, al ser entrevistada por su nueva obra.
Sobre el mundo laboral, tema central del libro ahora publicado, opina: “Hay hombres que no contratan a mujeres porque piensan que rinden menos, pero se lo inventan. Y hay quienes sí contratan a mujeres, pero se inventan la división en categorías para meterlas a ellas en las más bajas para que cobren menos, aunque realicen el mismo trabajo que sus compañeros”, asegura. Y sobre la violencia de género: “Es muy curioso: si organizas una manifestación contra la pobreza, hay hombres y mujeres, pero si organizas una contra la violencia de género, el 99% son mujeres. ¡Como si a los hombres no les tocara este problema! Necesitamos que el delito sea reconocido en el corazón de la gente, y no sólo en las leyes, porque las leyes no se cumplen”. Una reflexión final: “Las niñas han sido educadas por madres que, aunque no lo saben, son machistas”, advierte.