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Bulnes, en el corazón de Picos de Europa

Una vez al año recaigo en la tentación de volver a Bulnes, el único pueblo asturiano (es posible que de toda España) que no tiene carretera de acceso. Lo hago para recordar viejos tiempos, cuando en Puente Poncebos había puesto de la Guardia Civil, cuando en las tertulias de Arenas de Cabrales, entre copa de orujo y trago de café, se contaban historias de montañeros, todo intercalado de recuerdos de una guerra que no hacía tantos años que había finalizado. La excursión nunca me defrauda y tampoco lo ha hecho en esta ocasión.

Bulnes nos esperaba a 650 metros sobre el nivel del mar. Sorprende, porque esperamos un mayor desnivel. Está mucho más bajo que su vecino Sotres, y muchas de las villas castellanas que se emplazan a más de mil de altura. A pesar de esta modestia es un lugar mágico, donde se respiran a partes iguales la alta montaña y un modo de vivir la naturaleza que se circunscribe a pocos lugares de nuestra geografía.
Aseguran que está habitado por unos 20 vecinos durante todo el año, cifra que aumenta en verano. Qué más da. Tanto se suba en funicular, como a pie por la interminable y vertiginosa Canal del Tejo, el pueblo nos recibe comosi fuera la primera vez.
La parroquia de Bulnes y sus zonas de pastoreo comprende una amplia zona del Macizo Central de Picos de Europa: Pandébano, sus praderías (La Jelguera y la Jabariega) y la Terenosa. O sea la vertiente de aguas del Norte, no la que da hacia Sotres. También sube a Urriellu, Camburero, Cabrones, Amuesa. Incluso avanza por la garganta del Cares.

José Ramón Lueje, montañero, escritor y fotográfo asturiano (Infiesto 30 de junio de 1903 -1981), escribió una estupenda guía ya descatalogada para la Editorial Everest ‘Los Picos de Europa’, León (1973), que a pesar de los años sigue vigente. Incluso se lee con literatura de montaña, porque está plagada de información sobre lugares ya desaparecidos o irremediablemente transformados. No menciona el funicular porque entonces no existía y cita de Bulnes de la siguiente manera: “vueltos a la vera del Cares, a remontar hasta el cruce del puente de La Jaya y acometer por una desventida (sic) senda que se empina por las volugas (sic) y escabrosidades de la Canal de Tejo y de los precipicios de Las Salidas, se gana a Bulnes, repartido en dos barrios, de la Villa (650 metros), y del Pueblo (730 metros). Es el último y bien remoto y denonado poblado cabraliego, alzado por la región de Los Picos, que vive en apartamiento del mundo, porque es entraña mismo de la Peña y la Montaña”. En resumen, que había que subir a pie o a lomos de mula. También nos da el tiempo, una hora y cuarto larga entre Poncebos y la iglesia de Bulnes.

Pues bien, en esta ocasión, como íbamos retrasados y queríamos subir a Urriello por Pandébano cogimos el funicular. El billete costó 15,70 euros por persona (sólo ida). No es que sea caro, sino que me parece una burrada pagar casi veinte euros (ida y vuelta) para superar 402 metros de desnivel en 7 minutos. Voy a poner un ejemplo. El pasado verano realicé una serie de travesías por los dosmiles que protegen Innsbruck por su parte Norte. Pues bien, el Nordkettebahn o teleférico que permite subir hasta el punto más alto que se puede alcanzar con medios mecánicos, nos costó 25 euros ida y vuelta. Es caro. Sale de los 560 metros a los que se encuentra la estación, en el centro de la ciudad, y te deposita en 20 minutos a 2.256 metros, a los pies de la cima del Hafelekar, pico que se puede alcanzar a pie con comodidad en otros 20 minutos. El precio incluye el parking, que es prohibitivo en una ciudad tan apretada como es Innsbruck.

El funicular a Bulnes cuesta un poco menos, pero sigue siendo muy caro. Vaya en su defensa que permite subir hasta el pueblo a personas, incluso discapacitados, que de otra manera no podrían alcanzar un paraje tan pintoresco y bello. También ha logrado que la población se fije y el pueblo no se arruine y desaparezca, como les ha ocurrido a otros muchos de la cordillera. Los turistas gastan, comen, compran y animan unas callejas que desde la primera vez que estuve con mi padre, va para cincuenta años, hasta ahora han dado un cambio a mejor. Cuando llegué el barro y las boñigas lo tapizaban todo. Ahora da gusto caminar y subir hasta el mirador del Castillo. Parar y tomarse una sidra o un guiso de cabrito en cualquiera de los restaurantes y casas rurales que nos encontraremos en el camino.

Las fotos son, de arriba hacia abajo, la entrada al Funicular en Poncebos; una vista de Bulnes y la Canal del Tejo desde la subida hacia la Canal del Camburero; los castaños que sombrean la fuente y el cementerio de Bulnes, y el teléferico que lleva de Innsbruck hasta la cima del Halefekar.

CÓMO LLEGAR A BULNES

Para llegar a Poncebos nos desviaremos en la AS-114 a su paso por Arenas de Cabrales. Existe una señalización clara.

Funicular de Bulnes: 985 84 68 00.

Los horarios del funicular son los siguientes:
En temporada baja, desde las 10:00 hasta las 12:30 horas, y desde las 14:00 a las 18:00. Frecuencia de 30 minutos. De lunes a viernes (siendo laborables) hay un primer viaje a las 8:30 sólo para vecinos.
En temporada alta (Semana Santa, puentes, julio, agosto y septiembre) varía el horario de cierre por la tarde, es hasta a las 20:00.

Los precios de los billetes:
Adulto ida: 15,70 €
Adulto ida y vuelta: 19,70 €
Niño ida (de 4 a 12 años): 3,90 €
Niño ida y vuelta: 5,90 €

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

Sobre el autor


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