A Oh Eun-Sun parece que le crecen los problemas. Lo que primero pareció una rabieta de Edurne Pasaban tras bajar del Annapurna, que sin embargo luego respaldó Mis Hawley al pasar a calificar de dudosa la cima en el Kangchenjunga de la coreana, ahora se internacionaliza y se extiende a otros ‘ochomiles’.
La prestigiosa revista francesa ‘Montagnes Magazine’, la biblia de los montañeros del país vecino, se ha sumado a las dudas que plantea Miss Oh y sus ascensiones. Y no estamos hablando de la ya conocida cumbre cuestionada en el Kangchenjunga. La publicación gala extiende la sospecha nada menos que a otros cuatro ‘ochomiles’ y reclama a la coreana pruebas de sus ascensos al Cho Oyu, que holló en 2007, Lhotse (2008), Broad Peak (2008) y Everest (2004).
Concretamente, respecto al Techo del Mundo, la revista subraya que el día que hizo cumbre, el 20 de mayo de 2004, Miss Oh asegura que lo consiguió “sin ningún otro alpinista” junto a ella. Sin embargo, según Elizabeth Hawley, ese día hicieron cima otros 37 alpinistas más. Incluso a la misma hora que afirma la coreana que llegó la cumbre -las once de la mañana- la notaria del Himalaya tiene registrado que tambien lo hizo el mexicano Guillermo Carro. Y en los minutos anteriores o posteriores a esa hora hollaron una expedición japonesa de 14 miembros y un noruego con dos sherpas.
El problema radica en que la coreana realizó en solitario la ascensión desde el último campo de altura de todas esas cumbres y hasta ahora no ha presentado prueba alguna de que halla pisado sus puntos culminantes, más allá de su propia palabra. Según Manu Rivaud, editor de ‘Montagnes Magazine’ y autor del artículo, “creo que se le puede pedir que proporcione pruebas de que ha llegado a estas alturas; una foto, por ejemplo, sería un buen testimonio”.
Es la misma prueba de cargo que en su día exigió a la coreana para demostrar su cima en el Kangchenjunga Ferran Latorre, que ya expresó sus dudas incluso antes de que la expedición llegara al campo base del Annapurna y hablara con los sherpas. Según el alpinista catalán, “en el siglo XXI y en la era digital no se entiende cómo no pudo hacer una foto en la cima y no vale que sea por el mal tiempo. Igual que ella dice tener razones para que no se dude de ella, nosotros tenemos razones para dudar”, dijo Ferran a principios de marzo en la rueda de prensa de presentación de la expedición de Edurne Pasaban al Annapurna y al shisha Pangma.
Paradójicamente, la revista gala no pone en duda que llegara a la cima del Kangchenjunga al creer firmemente en la palabra de la alpinista asiática. Para Manu Rivaud, “no hay controversia” al confiar en ella cuando asegura que hizo las fotos de cumbre unos metros por debajo a debido “a la espesa niebla y el fuerte viento” que azotaba la cima.
La espera se hace larga en el Shisha
Mientras tanto, el martes se cumplieron dos meses desde que Edurne Pasaban y sus compañeros salieron de casa camino del Himalaya. En este tiempo han sucedido muchas cosas para ellos. Casi todas buenas. Pero el paso del tiempo empieza a pesar en los alpinistas. El tiempo transcurre ahora en el campo base del Shisha Pangma mucho más lento de como lo hacía en el Annapurna y todos aguardan con anhelo ese parte del tiempo que les permita el ataque a cumbre cuanto antes. Que según las últimas noticias no será antes de mediados de la semana que viene.
“Lo cierto es que se está haciendo todo muy largo. Las cosas han salido muy bien hasta ahora, y la relación entre todos es muy buena, pero echamos de menos nuestras casas, nuestras familias y nuestros amigos. Cada día les veo un poco mas bajos de moral a todos, pero de momento aguantaremos, seguro”, confiesa Edurne Pasaban. Y es que la perspectiva de culminar su gran objetivo de acabar Los Catorce es demasiado tentadora como para sucumbir a estas alturas.
La rutina diaria del grupo pasa por realizar una marcha matinal a alguna se las montañas de 6.000 metros que hay alrededor del campo base (en realidad pequeñas colinas desde su perspectiva, ya que se encuentran a 5.600 metros de altitud), “porque si no, en el momento que anuncien buen tiempo estaremos anquilosados”. Esá es precisamente otra de las actividades que no falta ningún día: mirar con lupa los partes meteorológicos diarios que les envían. Y los últimos les han animado mucho porque marcan una ventana de buen tiempo entre los días 12 y 15. “¡Por fin, una buena noticia, o por lo menos algo en qué pensar!”, se felicita Edurne.
Aparte del cansancio acumulado, el campo base del Shisha Pangma ofrece unas condiciones de vida mucho más duras que el del Annapurna. Ubicado en el altiplano tibetano, “es más triste, mucho más árido, y además el viento es constante”, cuenta la tolosarra. “Casi todo el día hace viento; esto hace que la gente no salga de las tiendas, y por eso la vida social es bastante escasa”, añade.
Además, llegado a estas alturas de la temporada, todas las expediciones se encuentran en idéntica situación: perfectamente aclimatados y a la espera del buen tiempo para el ataque a cima. Éste será definitivamente conjunto con la otra expedición española presente, la del bilbaíno Juanra Madariaga; y la italiana, con varios de cuyos miembros Edurne compartió cumbre en 2004 en el K2.
Otra duda, y no menor, que parecen haber resuelto por fin es la ruta a seguir hasta la cumbre. El Shisha Pangma tiene la particularidad de contrar con dos cimas de más de ocho mil metros. La conocida como Central, de 8.008, y la principal de 8.027, separadas por una arista de apenas cuatrocientos metros de longitud. Esa arista suele estar en muy malas condiciones, así que casi todas las expediciones se quedan en la cima Central, que al fin y al cabo es también un ‘ochomil’.
El problema es que para alguien empeñado en subir todos los ‘ochomiles’ del planeta sólo vale la principal, por lo que se debe plantear la travesía de la cresta. Y?aquí llega el dilema. ¿Por dónde pasarla? Hay varias variantes de la ruta, unas más arriba y otras más abajo de la montaña. Pero en este caso, los alpinistas han decidido seguir la ruta original que realizó la expedición china que holló la montaña por primera vez en 1964 (fue el último ‘ochomil’ en ser escalado).
Esa vía llega casi hasta la cima Central y luego realiza una travesía justo por debajo de la arista hasta la cumbre principal. Según explica Edurne Pasaban “hemos estado observando la arista con prismáticos y teleobjetivos estos días pasados y este año está poco cargada de nieve. Incluso se ven justo debajo de ella unos resaltes de roca donde podremos asegurar la vía con cuerdas”.
Preparados en el Everest
Pero no sólo hay actividad en el Shisha. En el Everest es hora de velar armas. Mientras por la vertiente nepalí (Sur) los sherpas de la compañía Alpine Ascents han equipado ya la ruta hasta la cumbre y se han convertido en los primeros de este año en hollar el Techo del Mundo, por la vertiente norte las cosas van más lentas. Allí se encuentran el alavés Josu Ortubay y el guipuzcoano Pedro García, que están intentado escalarlo por la vertiente tibetana sin oxígeno artificial ni la ayuda de sherpas.
El ataque a cumbre se producirá la semana que viene, a partir del día 10. En estos momentos, los dos alpinistas vascos descansan y recuperan fuerzas en el campo base chino (5.200 m.) tras haber concluido su aclimatación y haber instalado la tienda en el campo 2, a 7.600 metros. Fue el pasado viernes, en una agotadora jornada en la que a Ortubay le costó siete horas recorrer los menos de 600 metros de desnivel entre el C-1 y el C-2 y a García, casi 10 horas, complicadas además por una ventisca en el tramo final.
El relato de Josu Ortubay en su blog expresa perfectameente lo que pasaron: “Se trata simplemente de subir un cuestarrón de nieve. Desde la tienda se ve la cuesta enterita, no tiene trampas ni dificultades. La única dificultad es la altura. Camino contando los pasos. A ver si consigo dar 50 pasos seguidos, luego 40… cada vez menos. Cuando ya paro a respirar cada 5 pasos, me siento sobre la mochila 10 minutos y vuelvo a empezar, a ver si soy capaz de llegar de nuevo a los 50 pasos. Todo transcurre a cámara lenta. Ves al compañero a doscientos metros y es difícil asimilar que está en realidad a más de una hora”.
Azotados por el Manaslu
Mientras tanto, en el Manaslu el navarro Patxi Goñi ha tenido que darse la vuelta en su intento de cumbre junto con Carlos Soria, Tente Lagunilla y Oscar Cadiach. Primero fue el fortísimo viento que tuvieron que soportar durante todo el fin de semana y luego la entrada del mal tiempo. El caso es que el martes finalmente decidiron volverse al campo base, al que llegaron después de un agotadores descenso de trece horas en el que tuvieron que hacer frente a nieve hasta la cadera. El relato en su blog de lo vivido esos cuatro días en la montaña es de los quepone los pelos de punta y muestra en un ‘ochomil’ nunca es sencillo. En los próximos días decidirán si realizan un nuevo intento o el cansacio acumulado y la meteorología se lo impiden.