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En el territorio de los dioses

Imagen nocturna de la imponente cara sur del Paiju Peak con la tienda del campo 1 iluminada en primer plano.

Los habitantes de los pueblos que se desperdigan por las laderas del Himalaya y el Karakorum consideran a las gigantescas montañas que se alzan sobre sus cabezas territorio sagrado. Es el lugar donde descansan los dioses. Unos paisajes virgenes tan bellos como inhóspitos, reservados a deidades y abonados a las leyendas. Por eso y por mucho más, las sensaciones que siente un escalador cuando progresa por

Mikel Zabalza, Juan Vallejo y Alberto Iñurrategi, en la tienda del campo 1.

un lugar nunca pisado por un ser humano son únicas. Y es justo lo que están viviendo Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza en la cara sur del Paiju Peak (6.610 m.), en el Karakorum paquistaní.
El problema es que, enfrascados de lleno en la escalada, la vertiente metáfisica de la hazaña se queda en el fondo de la mochila. Ahora se trata de ganarle cada metro a la pared vertical de mil metros en la que están metidos. De momento ya han sumado 800 para situarse a 5.800 metros, donde han ubicado el campo 3.

El sábado llegaron al C1 (5.200), tras la ya familiar pedrera rompepiernas de 1.800 metros de desnivel, y el domingo, cargados de nuevo «como mulas» ascendieron al C2 (5.500 m.). Hasta ahí habían equipado la pared en su anterior incursión. «El lunes avanzamos muy poco. Nos encontramos con mucho hielo por encima del C2; pasamos por fisuras taponadas de hielo, chimeneas muy lisas con hielo malo donde apenas podíamos agarrarnos. La escalada en hielo es

Metidos de lleno en el pilar, escalando entre los campos 1 y 2.

extenuante, técnicamente difícil e inestable. Son de los largos de escalada más horribles que he visto en mi vida», explica Zabalza vía satélite. Y no lo dice un cualquiera, sino el actual director del Equipo español de Jóvenes Alpinistas, probablemente el escalador español en activo con mejor currículo.

«Hoy (por el martes) hemos llegado al campo 3, que estará entre los 5.700 y 5.800». «Hemos hecho 5 largos de escalada en roca muy verticales. Esa parte alta de la pared es muy vertiginosa y no había una sola pequeña repisa para las reuniones; las hemos hecho en estribos, todo el tiempo colgados. Mañana (por ayer) trasladaremos el campo de los 5.500 a esos 5.800 metros y el jueves y viernes (por hoy y mañana) intentaremos llegar al final del pilar». Luego les quedarán otros seiscientos metros de terreno mixto (hielo nieve y roca) en los que tendrán que emplearse con crampones y piolet, hasta la cima de la montaña de la sal, significado de Paiju Peak.

Cruzando el glaciar camino de la pared.

No hay tiempo para más. «Cierro el teléfono». Hay que dosificar las baterías. Y todo lo demás. Es la servidumbre de escalar en estilo ‘cápsula’. Una vez que te metes en la pared ya no vuelves al campo base hasta dar por finalizada la escalada, regreses o no con la cima. La expedición WOPeak entró en ella el 19 de julio con un plan (comida, equipo y baterías) para doce días. Ya han consumido la mitad. A partir de mañana todo será una cuenta atrás con escaso margen para contingencias que supongas un retraso. Especialmente la meteorología. Así que «en dos días mandadnos otro parte meteorológico» es la última frase de Mikel antes de enmudecer el teléfono satélite y quedarse a solas con los dioses.

 

Fotos: Expedición WOPeak

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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