Frío, frío y frío. Esa es la palabra. Durante el día, con el plumífero se hace llevadero, pero en cuanto el sol deja de pegar en el campo base del Everest, lo que sucede sobre las cuatro de la tarde, llega sin compasión. Y no os digo nada cuando se hace definitivamente de noche, sobre las seis de la tarde. Entonces, toda la ropa que te pongas es poca. Y tener el campamento instalado sobre el glaciar tampoco ayuda, pese a las esterillas para aislar que tienen todas las tiendas. Esta pasada noche, por ejemplo, la temperatura dentro de mi tienda ha sido de 6º bajo cero. Aunque dentro del saco no paso frío. Casi al contrario. Otra cosa es tener que sacar un brazo para coger la botella y dar un trago de agua… congelada. O no poder aguantar las ganas de orinar.

Por lo demás, la rutina diaria sigue a cámara lenta mientras el proceso de aclimatación continúa su curso. Algo tan sencillo como agacharse para anudarse las botas todavía supone un pequeño mareo y un par de minutos para recuperar la respiración.

El fin de semana ha estado dedicado a instalar el campo base, que no es nada fácil teniendo en cuenta que está sobre el glaciar. Lo que hoy es una buena ubicación mañana puede ser un riachuelo. Hoy han terminado de colocar las tiendas y también han completado la instalación eléctrica del campo base, dirigida por Asier Izagirre. Y el proceso es todo menos sencillo. Con dos generadores de 1.000 vatios y una placa solar que da 24 vatios, la instalación debe llevar luz a la cocina y las tres tiendas comunes (comedor, comunicaciones y equipo de TV) y energía para cargar una decena de ordenadores, tres transmisores vía satélite, seis teléfonos satélite y decenas de ‘gadgets’ (mp3, vídeos portátiles, libros electrónicos…) con los que pasar las horas muertas en el CB o en los campos de altura.

Además, las últimas cargas han llegado hoy y para mañana queda chequear y ordenar toda la comida traída desde casa. Por su parte, los sherpas no han perdido el tiempo y ya han dejado preparado el templete en el que mañana o pasado realizarán la tradicional ceremonia de la Puja.

Edurne ha tenido la reunión de los líderes de expedición y ha vuelto con un cabreo de tres pares de narices. Solo os dejo una frase suya: “Se creen que el Everest es suyo”. Podéis leer en EL CORREO la crónica completa sobre el cónclave.

Y ahora con vuestro permiso, son las nueve de la noche y me voy a la nevera a dormir.

Alisando el suelo con pico y pala para instalar una tienda.

Cargando tierra para poner sobre el hielo.

La tienda, presentada en su ubicación…

… y a punto de ser colocada.

Vista desde el campo base: el Nuptse con la cascada de hielo a la izquierda.