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Vivir con la mitad de oxígeno

Paso, bastón, paso, bastón, respiración… Paso, bastón, paso, bastón, respiración… Paso, bastón, paso, bastón, respiración… El ritmo debe ser acompasado. Y es necesariamente cansino. A 5.000 metros, la densidad del oxígeno es el 50% del que se respira a nivel del mar. Y es casi la altitud a la que hemos terminado hoy el día: los 4.920 metros de Lobuche, penúltima estación antes de alcanzar el ya ansiado campo base del Everest.

Paso, bastón, paso, bastón, respiración… Paso, bastón, paso, bastón, respiración… A esta altitud, el cuerpo humano sin aclimatar se muestra adormilado, sin reflejos; los movimientos se hacen lentos y pesados. El más mínimo ejercicio físico deja jadeando a su autor. Afloran los dolores de cabeza y el apetito disminuye. Nada que no conozcan los alpinistas, pero por lo que hay que pasar en el necesario proceso de aclimatación.

Paso, bastón, paso, bastón, respiración… Paso, bastón, paso, bastón, respiración… Sin duda ha sido el día más duro de la aproximación. La expedición ha salvado setecientos metros de desnivel. Y no a cualquier altitud. Desde Pheriche (4.200 m.), ha remontado el valle hasta el collado de Thokla (4.800 m.). Aquí, el camino al CB discurre ya por la morrena del glaciar de Khumbu, hasta Lobuche.

Paso, bastón, paso, bastón, respiración… Paso, bastón, paso, bastón, respiración… En Thokla, hemos visto el Memorial erigido en recuerdo del sherpa Babu Chiri, que acumulaba una decena de ascensiones al Everest, el récord de velocidad y el récord de permanencia en la cumbre (21 horas), antes de fallecer en 2001 al caer en una grieta cerca del campo 2, en un lugar sin aparente peligro.

Paso, bastón, paso, bastón, respiración… Paso, bastón, paso, bastón, respiración… el ritmo de marcha se lo debe marcar uno mismo. Intentar seguir el de otro es un suicidio, desfondarse en minutos.

Paso, bastón, paso, bastón, respiración… Paso, bastón, paso, bastón, respiración… Estamos ya en Lobuche. Hoy no hay chistes. El comedor está silencioso. A las tres y media de la tarde, tras la comida, la animada tertulia de otros días ha sido sustituida por el silencio. La mitad del grupo descansa en sus habitaciones, Edurne, como su primo Asier, dormita en el banco corrido del comedor tras sucumbir al sueño después de leer un rato. A esta hora, en los días anteriores, los diez ordenadores que lleva consigo el grupo funcionaban a pleno rendimiento. Hoy solo tres están encendidos.

Pero el que de verdad ha descubierto hoy laaltitud y el Everest ha sido el médico de la expedición, Pablo Díaz- Munío. En cuanto se ha corrido la voz de la presencia de un galeno en Lobuche ha tenido cola de senderistas (y no exagero) con problemas por la altiud. Ninguno ha sido especialmente grave, salvo una mujer belga con edema pulmonar. En estos casos la recomendación es la pérdida inmediata de altura, pero eran ya las cinco y media de la tarde, a punto de anochecer, así que tras darle la pertinente medicación será mañana cuando descienda a pueblos inferiores.

Mañana espera el campo base del Everest. Por fin. Nuestra casa durante el próximo mes y medio.

Vistas desde Pheriche hacia el Sur. Ama Dablam (6.814 m), Kangtega (6.783 m) y Thamserku (6.618 m).

Asier afronta las primera cuestas del día. Al fondo, el valle de Pheriche.

Chórten con banderas de oraciooens en el collado de Thokla (4.80 m).

Edurne, ante el Memorial al sherpa Babu Chiri, en el collado de Thokla.

Unos estiramientos en Lobuche tras el esfuerzo del día…

…mientras un sherpa pica piedra para la construcción de un lodge cercano.

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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