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La expedición llega a Namche Bazar, capital de Khumbu

El trekking del campo base del Everest es el más popular del Himalaya. Todos los años, cerca de 25.000 personas recorren el valle del Khumbu durante una semana en la que disfrutan de paisajes increíbles y se empapan de la cultura sherpa. Sin embargo, lo primero a lo que la inmensa mayoría se refiere cuando cuenta el viaje es el aterrizaje en el aeropuerto de Lukla. Y no es extraño. La experiencia requiere nervios templados.

El vuelo parte de Katmandú y a la media hora los pasajeros comprueban con cierta desazón que la avioneta vuela entre montañas y sortea collados a 3.500 metros de altitud, enfila valle arriba y, de pronto, gira a la derecha, se dirige hacia la ladera oeste del Gonggila, pico de 5.808 metros, y acelera.

Evidentemente, el pasaje sabe que allí hay una pista de aterrizaje, aunque solo tenga trescientos metros de longitud y una pendiente del 15%, pero no puede evitar tragar saliva. Según la aeronave se acerca a la montaña, lo que al principio parece una pequeña raya entre la vegetación comienza a crecer hasta convertirse en el aeropuerto, donde la avioneta toma tierra sin más contratiempos que el acongojo de sus pasajeros.

El aeropuerto de Lukla es desde su construcción hace casi tres décadas la puerta de entrada al Khumbu. Tanto expediciones como trekkings lo utilizan, lo que reduce la marcha de aproximación al campo base del Everest a una semana, menos de la mitad de lo que costaba antes. En esa semana, los montañeros salvan un desnivel de 2.500 metros. Los que hay entre los 2.800 de Lukla y los 5.300 del campo base.

Edurne Pasaban y sus compañeros de expedición han completado este fin de semana las dos primeras etapas. Ayer caminaron de Lukla a Phakding. Fue un trayecto corto, poco más de ocho kilómetros recorridos en dos horas y media, que salta de lodge en lodge –convertidos ya en verdaderos hoteles- y donde la religiosidad de este pueblo queda evidenciada en cada recodo del camino.

Y en uno de ellos se encontraron nada menos que con Pasang Temba, el sherpa que ascendió junto a Martin Zabaleta en 1980 en la que supuso la primera ascensión vasca al Everest. Pasang, que ahora tiene 62 años, no dudó en enseñarles un recorte de periódico cuidadosamente guardado que siempre lleva encima y que recuerda aquel hito para el himalayismo vasco.

Además, en esa primera jornada, en vez de ganar altura, se desciende doscientos metros, hasta los 2.600. Un pequeño calentamiento para lo que hemos tenido que afrontar hoy: la ascensión hasta Namche Bazar, capital del valle y situada a 3.500 metros. Ha sido el primer día en el que la altitud se ha dejado notar.

La imagen de Namche Bazar sorprende al caminante desde su puerta de entrada. Desparramados por las laderas del valle, decenas de edificios forman una pequeña ciudad a la que no hay que olvidar que solo se puede acceder a pie. Su calle, como el propia nombre indica, es un enorme bazar donde se puede comprar cualquier material de montaña, incluido el más novedoso, tanto que Edurne Pasaban vio ayer en una de sus tiendas el último modelo de zapatillas deportivas de uno de sus patrocinadores aún no le ha podido suministrar. Una ciudad en la que casi todos los lodges tienen wifi, pero las mujeres todavía lavan la ropa en el río.

El grupo descansará mañana en Namche Bazar para mejorar su aclimatación y mañana continuará hacia el campo base, a donde tiene previsto llega el fin de semana.

Recién aterrizados en Lukla.

Un avión se lanza pista abajo para despegar.

Cruzando uno de los numerosos puentes que hay en la marcha.

Pasang Temba enseña a los expedicionarios el recorte de periódico que recuerda su gesta y la de Martín Zabaleta.

Rodeando una roca con esculpida con oraciones tibetanas.

Niños sherpas durante la marcha de aproximación.

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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