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Shisha Pangma: crónica de la ascensión

Actualizado a las 11.00. Edurne Pasaban, Asier Izagirre, Alex Txikon y Nacho Orviz están ya al campo base. Han llegado “radiantes”, según cuenta el equipo de CB, aunque se les nota el cansancio acumulado, no solo por el esfuerzo de esta ascensión, sino por los 75 días de expedición que llevan en sus piernas.

De nuevo, todos se han fundido en abrazos, lloros, risas y alegría, esta vez acompañados por los miembros del CB. “El recibimiento en el base no tiene nada que envidiar a la mejor de las fiestas imaginadas porque la emoción del momento es tremenda, y la “prota” principal está simplemente feliz!!!!”, cuenta Pablo Díaz-Munío, médico de la expedición.

Tras la celebración inicial, ahora toca comer algo, una ducha y un reconocimiento médico a cada uno.

Ahora sí se puede decir bien alto: ¡¡Enhorabuena para todos!!

Actualizado a las 10.00 horas. Edurne pasaban y todos sus compañeros están a punto de llegar al campo base. Han pasado buena noche, sin novedad aparte de las típicas toses de la altura y algunas nauseas que también entran dentro de lo normal después de un esfuerzo extremo y en altura como el que realizaron ayer. Han recogido todo y se han puesto en marcha sobre las 7 de la mañana (horas de Nepal, 3h.45′ menos en España). Dos horas después estaban en el campo 1, Allí ha recogido también todo el material depositado y ha esperado a Gemgbu y Carrsang, que subían desde el CB con comida y bebida, ya que en el C-2 no tenían prácticamente nada que llevarse a la boca. Una vez recuperadas la fuerzas, han continuado el descenso hasta el campo base, donde se les espera en cualquier momento.

06.30 horas. Edurne Pasaban ha culminado su sueño. Lo hizo ayer a las 11.30 (hora local, las 7.45 en España), momento en el que pisó la cima del Shisha Pangma (8.027 m.), el único ochomil que le faltaba para completar las catorce cimas más altas del planeta. El más bajo, el más sencillo pero el que más le ha costado. Con ello, el himalayismo femenino se reivindica, con dos mujeres completando las 14 ochomiles en menos de un mes. Hace tres semanas lo consiguió la coreana Oh Eun-Sun, que sin embargo aún deberá confirmar que ha escalado el Kangchenjunga.

Pero éste no es momento de las discusiones. Ahora lo es de celebrar la gesta de una montañera nacida el 1 de agosto de 1973 en Tolosa cuyo tesón y confianza en sí misma le han llevado a conseguir un hito inimaginable hace apenas un lustro para el alpinismo vasco y nacional. Una hazaña lograda por encima de críticas a su estilo y dudas existenciales de la alpinista, dentro de un mundo dominado aún por los hombres.

Edurne Pasaban, Asier Izagirre, Alex Txikon, Nacho Orviz y los sherpas Mingma y Pasang protagonizaron una ascensión rápida y limpia por la cara noreste de la montaña que les ha llevado en apenas seis horas a la cima. Finalmente, los alpinistas no utilizaron la prevista ruta de Iñaki Ochoa de Olza, sino otra similar y más directa que les llevó a la cima atravesando la cara noreste hasta la arista noreste. Esta ruta fue abierta en 1980 por los austriacos Egon Obojes y Ewald Putz, fue la tercera absoluta al Shisha y hasta ayer no contaba con repeticiones.

Todo estaba preparado para partir a las 4 de la madrugada, pero un imprevisto les alteró los planes. Sobre la 1 de la madrugada (hora local), se vieron sorprendidos por la llegada al campo 3 (7.400 m.) de varios miembros de la expedición española, que finalmente habían montado su campamento 400 metros más abajo y habían madrugado para reengancharse al equipo de Edurne en el ataque a cumbre.
La alpinista tolosarra y sus compañeros no pudieron más que alojarlos en sus tiendas a la espera de la hora prevista de salida. Ésta ha sido la segunda vez que la tolosarra y sus compañeros han dejado patente su solidaridad en la montaña. Hace dos días, en el campo 1, también acogieron durante varias horas a los miembros de una expedición alemana que descendía de un intento de cumbre en medio del temporal.

Todo ese movimiento nocturno y el fuerte viento acabó por retrasar la partida del grupo hacia la cima hasta las 6.00, hora local, con las primeras luces del día. El grupo enfiló inmediatamente hacia la cima con Edurne, Asier y dos sherpas en cabeza abriendo huella, seguidos de cerca por Alex, Nacho y otros dos sherpas de otros grupos. Querían marcar el ritmo para evitar nuevos retrasos. Y así fue hasta el final, ya que fueron los encargados de abrir la huella durante toda la ascensión.

Los alpinistas, según habían decidido el día anterior, no tomaron de inicio la ruta de Iñaki Ochoa de Olza, que desciende unos 200 metros desde el campo 3, sortea por debajo unos seracs y asciende hasta la arista noreste. Lo que hicieron fue bordear por encima esos seracs y luego cruzaron toda la cara noreste hasta un corredor que da acceso a la arista noreste, en la que desembocan también los alpinistas que escalan la pared suroeste.

Sin embargo, El Shisha Pangma les tenía reservada una sorpresa final. Justo antes de llegar a la cumbre, el terreno se complicó mucho y tuvieron verdaderos problemas para superarlo. ”La arista ha sido muy muy complicada. Estaba muy afilada, el viento pegaba duro y había muchas cornisas. Nos hemos encordado y hemos subido con mucha tensión. Yo sólo pensaba ‘Edurne no te caigas, no te caigas que te vas hasta abajo’”, explicaría la alpinista horas más tarde desde el campo 2.

Una vez en la cima, los alpinistas se fundieron en un abrazo y se deshicieron en un mar de lágrimas. La emoción fue tal que la alpinista tolosarra prácticamente no pudo decir nada cuando desde el campo base le pidieron unas palabras. “Sus palabras son el silencio”, expresó gráficamente su primo Asier Izagirre. Aunque al poco rato, por fin, lograba hablar para recordar que “han sido un monton de años para terminar esto” y para dar las gracias a “mucha gente. Gracias a todos, a todo el mundo que ha estado ahí, a mi familia, a mis amigos, a todos lo que habeís hecho posible que termine los catorce ‘ochomiles’, a todos los que se ha quedado en el camino. Gracias a todos, de verdad, de corazón. Os quiero mucho a todos”.

Después del grupo al completo de ‘Al Filo’ llegaron también a la cumbre el bilbaíno Juanra Madariaga, los burgaleses Isabel García y Roberto Rodrigo, el catalán Jaume Gibernau, los italiano Mario Panzeri y Michele Compagnoni y un japonés de 69 años que ascendió con oxígeno y acompañado de dos sherpas, a la espera de la confirmación definitiva de sus respectivas expediciones.

Tras la correspondiente sesión de fotos e imágenes para inmortalizar el momento, el grupo inició el descenso. En poco menos de una hora habían dejado atrás la peligrosa arista y dos horas después estaban ya en el campo 3, donde decidieron continuar hasta el C-2. Mientras Edurne Pasaban, Alex Txikon y Nacho Orviz se dedicaban a desmontar las tiendas y recoger todo el campamento, Asier Izagirre y los dos sherpas fueron a asegurar con 200 metros de cuerda la peligrosa pala de hielo que hay justo bajo el C-2 y que tantos problemas les dio el sábado durante la ascensión.

Por fin, a las seis de la tarde, cuando el sol comenzaba a ocultarse tras la montaña, llegaban al campo 2 (6.800 m.) donde, sin comida y apenas gas para calentar agua, han pasado la noche. Y esta vez, por fin, los sueños de la tolosarra no han tenido que volar hasta alguna de las catorce montañas más altas del planeta. Edurne Pasaban las tiene ya todas en su mochila.

Una de las más rápidas

Edurne Pasaban se ha sumado a la exclusiva listas de alpinistas que han ascendido las catorce cumbres más altas del planeta. Desde ayer es el vigesimosegundo escalador en hacerlo y la segunda mujer. Y?el tercer vasco, tras Juanito Oiarzabal (1999) y Alberto Iñurrategi (2002).

Muy lejos queda ya 1986, cuando el genial Reinhold Messner inauguró la lista. Lo que quiza no saben muchos de los que critican el sprint final que han mantenido la coreana Oh Eun-Sun y la tolosarra es que el tirolés inicialmente despreció ese récord, aunque cuando supo que el polaco Kukuczka se había empeñado en terminarlos él se decidió a completarlos para ser el primero.

Desde luego, el palmarés de Edurne no luce en calidad como el de Messner o Kukuczka, que realizaron la mayoría de las ascensiones abriendo nuevas rutas. Prácticamente ninguno de los que le sucedieron pueden compararse a aquellos dos monstruos de la escalada. Si acaso Erhard Loretan -tercero en la lista- Krzysztof Wielicki -quinto- o, más recientemente, Denis Urubko, que acabó en 2009 con una nueva vía en el Cho Oyu y esta misma semana ha abierto otra ruta en solitario en la cara sur del Lhotse.

Sin embargo, Edurne Pasaban puede lucir con orgullo en su palmarés un hito que refleza su empeño y constancia por subir todos los ochomiles. Es una de las personas que menos ha tardado en conseguirlo. Los ocho años, 11 meses y 24 días transcurridos desde que subió el Everest el 23 de mayo de 2001 hasta ayer suponen el quinto menor tiempo de los 22 alpinistas, a sólo seis días de Urubko.

En cabeza la lista el ya citado Jerzy Kukuczka, que en un sprint de locura holló los catorce ‘ochomiles’ en poco menos de ocho años. Y no lo hizo precisamente por las rutas normales. En una época en la que el himalayismo comercial era aún una quimera, abrió nueve rutas nuevas a otras tantas montañas y escaló otras cuatro en invierno. Con ese palmarés, pocos le critican que en 1980 utilizara oxígeno durante la apertura de una nueva vía en la cara sur del Everest.

Dedicado a sus padres

A Edurne Pasaban le costó poder hablar en la cumbre del Shisha Pangma. Y?en esta ocasión no fue la falta de oxígeno. Pero al final logró hilvanar ese discurso de agradecimiento cuasi-universal en medio de una llorera general, según explicó luego, desde el campo 2. “La llegada a la cumbre ha sido muy emocionante. No podía ni hablar. Me he puesto a llorar, pero todo el mundolloraba también a mi alrededor. Nacho llorando mientras filmaba, Asier llorando junto a mí…”

Más tranquila, metida ya en el saco de dormir en el campo 2, la alpinista guipuzcoana recapitulaba los agradecimientos y las dedicatorias de la cumbre y los concretaba en sus padres “que son los que han aguantado los 14 ‘ochomiles’. Sobre todo para ellos. Los han subido conmigo. Han sido los únicos que me han aguantado los 14 ‘ochomiles’”. Tampoco olvidaba a “mis amigos y compañeros de cordadas”. “Y a todo el mundo”, se lanzaba de nuevo. “Estos 14 ‘ochomiles’ son para todo el mundo, para los que me han apoyado, para los que me han querido y los que me han dejado de querer, para los que me han criticado, porque de esas críticas he aprendido. Para todo el mundo, de verdad, para todos”, apuntaba sin olvidar en ese momento las duras críticas que ha recibido desde algunas sectores alpinísticos.

La tolosarra, que aseguraba haberse “quitado un peso de encima” y estar “muy feliz” revelaba, sin embargo, que el momento más “emocionante” no lo vivió en la cumbre, sino un poco más tarde, cuando descendieron hasta el collado que sale a la arista. “Allí terminaban las tensiones de la arista, nos hemos podido desencordar y ha sido donde por primera vez hemos estado los cuatro solos, porque en la cima había mucha gente. Ha sido el momento más bonito. Todos nos hemos relajado y es cuando de verdad hemos disfrutado de la cumbre”.

Y?es que el Shisha se ha querido resistir a Edurne hasta el final, con una arista cimera verdaderamente peligrosa que incluso le ha impedido “disfrutar de los últimos metros de ascensión porque he subido muy tensa. Era muy difícil. Estaba muy muy chunga”.

Algo parecido le había sucedido a la mañana por el pequeño desbarajuste que se produjo con la inesperada llegada de Juanra Madariaga y sus compañerosal campo 3, a los que tuvieron que acoger en sus tiendas. “Me he puesto nerviosa porque había mucha gente dentro de nuestra tienda. Era mi último ‘ochomil’ y no quería que nada saliese mal. Tenía frío, y yo me preocupo mucho antes de salir de estar caliente, de tener los pies bien, de que todo vaya bien. Pero en cuanto hemos empezado a andar, nos hemos quitado la presión de encima y todo ha ido fenomenal. Hemos salido muy rapido y hemos abierto huella hasta la cumbre”. Por eso tampoco quería olvidarse en esos momentos de “nuestros sherpas, Mingma y Pasang, que han hecho un trabajo espectacular. Nadie más que nosotros ha abierto huella en toda la subida.”

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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