A la espera de noticia de Edurne Pasaban y sus compañeros, que hoy tenían previsto alcanza ya el campo 3 (6.500 metros) tras superar el cono de la Hoz y el Gran Serac, las principales dificultades de la ruta, hoy quiero recordar a Ferrán Latorre. Como recordaréis, el catalán tuvo hace un par de semanas un pequeño accidente mientras descendía en esquís desde el campo 2 en el que se lesionó la rodilla, tuvo que dar por terminada la expedición y fue evacuado hasta Barcelona. Los posteriores análisis han demostrado que tiene roto el ligamente cruzado anterior de la rodilla derecha y va a tener que pasar por el quirófano.
Ferrán ha colgado en su blog un comentario que muestra una grandeza y compañerismo difíciles de ver en los tiempos que corren. Con personas así, el alpinismo nunca hubiese perdido esos valores que han hecho de él (y de sus practicantes) una actividad admirada y admirable. No me voy a extender en los adjetivos. Lo mejor es que lo leáis:
LECCIONES DE VIDA Y AGRADECIMIENTOS
“Llevo varios días en casa y todavía me cuesta hacerme a la idea. Leo las noticias del Annapurna en internet y todo me parece muy irreal, como si despertase de una pesadilla. Intento poner las cosas en orden, pero no es nada fácil. Hay muchas variables en juego y un porvenir complicado. Al final tengo el ligamento cruzado anterior roto y sería recomendable operarlo, y eso supone perderme evidentemente lo que queda del proyecto de Edurne y una expedición con el programa de “Al filo” en Kirgyzstan para el verano. Es decir, el año en blanco, en muchos sentidos.
Debo reconocer que muchas expectativas se basaban en el éxito de esta bi-expedición, y que al final todo se ha ido al traste de la manera más cruel. Par que se entienda, tengo la impresión de que después de haber estado varios años metido en el proyecto, me quedo sin jugar la final. No tanto por la parte deportiva, pues ya subí al Annapurna y al Shishapangma, sino por la parte profesional de la historia. Y también por la sensación de haber abandonado a mis compañeros, no en el sentido literal, pues son perfectamente capaces de subir al Annapurna y al Shishapangma, sino en el sentido más afectivo, de amistad, de compromiso común.
Muchos me preguntan por qué razón volví al Annapurna, el ochomil más peligroso de los catorce, y que ya escalé el año 1999, junto a Juanito Oiarzábal y Juan Vallejo. A cualquier alpinista le aterra la idea de tener que escalar el Annapurna; repetirlo ya supone rizar el rizo. Pues bien, lo hice por compromiso y por lealtad, en primer lugar hacia la gente que lleva confiando en mi y en segundo lugar hacia mi trabajo. Se lo debía al programa, en el cual llevo trabajando más de doce años, y a Edurne, con la que llevo también muchos años. Pero también quería ser consecuente con mi profesión y demostrar que uno está a dispuesto a colaborar en los proyectos más atractivos, pero también en los más difíciles de afrontar. Ironías de la vida, esta muestra de lealtad y de valentía me ha sido devuelta por el destino con una burla despiadada: he perdido parte de mi salud y me quedo en una situación diría que indefinida, o por lo menos incierta.
Pero de momento tengo pendiente una retahíla de agradecimientos muy sinceros. Con mucha gente, que como mayor novedad y sorpresa, en magnitud nada desdeñable son anónimos o tan sólo amigos cybernéticos. Pero en primer lugar quisiera destacar a mis compañeros de cordada, especialmente a Nacho Orviz que tuvo la paciencia de bajar conmigo y al Dr. Pablo Diaz-Munió, nuestro médico de expedición. Pero insito, todos mis compañeros estuvieron muy cariñosos, tanto los de cordada como Sergi y Ferran, de TVE. También a Toñin, con el que he compartido tantos momentos, y muy especialmente a Carmen Portilla, la directora del programa y a Santiago Campo, el productor. El cariño, la comprensión y el afecto que he recibido de todos ellos ha sido tan sincero como conmovedor; aquello que todavía conocemos como el lado bueno de la humanidad. La lista sigue: la gente de ENDESA, directivos y no tan directivos que han tenido un detalle de proximidad que no olvidaré. A EUROPEA de SEGUROS, que ha actuado con gran diligencia. Al médico que me han asignado para el seguimiento, el Dr. Victor Lainez y al traumatólogo que se encargará de recomponerme el cable, el Dr. Jordi Ardèvol. Y luego a todos mis amigos, los de siempre. Pero también a los nuevos, a los de este mundo virtual tan fascinante del Facebook y a los que se han molestado en dejarme un mensaje en mi Blog.
Ahora queda mirar hacia delante. Animar a mis compañeros y pregar todos los días para que todo les vaya lo mejor posible. No me acostumbro a la idea de vivir esta historia desde la retaguardia, y menos a quedarme sólo con el deseo y con la plegaria. Pero es lo único que puedo hacer por ellos. Hace tiempo que guardo una famosa frase de Saint-Exupéry en el cajón de las emergencias. “L’homme se découvre quand il se mésure avec l’obstacle”. Ha llegado la hora de ponerla a prueba. El trayecto por descubrirme será largo y costoso. De momento ya he aprendido muchas cosas.”
8 de abril de 2010
Ferrán Latorre
Foto 1: Ferrán Latorre, instantes depués de recibir la noticia por parte del médico de que debía abandonar la expedición debido a la lesión.
Foto 2: En un descanso de la marcha de aproximación al CB del Annapurna.