Desde que se conoció la noticia, la Bolsa española sube y el diferencial con el bono alemán se estrecha. De repente, todo ha cambiado. Mientras tanto, sin embargo, la economía real y el estado de ánimo de los consumidores europeos –que será clave para apuntalar los signos de débil recuperación de la economía- siguen, más o menos, como estaban . Esto es, bastante tocados.
Pero volvamos al minuto de gloria del termómetro sobre la salud de la banca. La noticia no sólo ha permitido que Zapatero respire. También Emilio Botín –y por supuesto Francisco González- han ganado un poco de aire, en un momento en que se les habían cortado los canales típicos de financiación bancaria: el préstamo entre colegas. También para ellos ha habido un giro de 180 grados. De tener mal color, han pasado a ser tipos saludables, que presiden los bancos más robustos del continente. Incluso -el mundo al revés-, ellos, dos neoliberales de tomo y lomo, se han transformado en el principal apoyo de un Gobierno socialdemócrata acorralado en un rincón y sonado.
Llegados a este punto, admito que seguir la actualidad económica resulta ya un poco “estresante”, término que viene al pelo. Tan pronto estamos descendiendo por una montaña rusa –en la que incluso los fondos de inversión que se venden como de riesgo “muy bajo” tienen pérdidas-, como estamos ascendiendo a toda velocidad hasta un punto del que desconocemos su altitud y latitud. Tan pronto somos un ‘PIG’, como nos convertimos en el ‘Jabugo’ europeo. Agotador, sinceramente.
Tengo para mí que Emilio Botín y Francisco González tienen razones más que suficientes para sentarse delante de Zapatero y susurrarle algo así como…”te hemos salvado el trasero, presidente. Ésta, nos la debes”. Se admiten apuestas, ¿cuál será el precio?