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Filtradores gigantes

Hace poco me ocupé de los filtradores que podemos denominar micrófagos, los que retienen e ingieren partículas microscópicas. Pero también hay filtradores que no son micrófagos; se trata de filtradores cuyo alimento no está formado por partículas microscópicas, o al menos no está formado de modo exclusivo por ese tipo de material. Hay un buen número de peces que se alimentan filtrando agua. Entre ellos se encuentra el tiburón gigante (Cetorhinus maximus), de 13 m de longitud, y el tiburón ballena (Rhincodon typus), de 23 m, los peces de mayor tamaño que existen. Ambos se alimentan de pequeños, pero no necesariamente microscópicos, animales que nadan o flotan en la masa de agua.

Entre las aves también las hay que se alimentan filtrando agua, como los flamencos (género Phoenicopterus). Atrapan, gracias a las lamelas del pico, algas y pequeños crustáceos que se encuentran en suspensión en la masa de agua y en los sedimentos. No solamente filtran, también seleccionan los materiales con valor alimenticio y descartan las partículas de sedimento que no aportan alimento.

Pero si de grandes filtradores se trata, los más grandes, con diferencia, son las ballenas. No sólo son los filtradores más grandes que existen, también son los animales de mayor tamaño. Las ballenas se alimentan de unos crustáceos de pequeño tamaño del orden Euphasiacea a los que se denomina “krill”; son como camarones de unos 3-5 cm de longitud. Se calcula que en el Océano Antártico hay del orden de 500 millones de toneladas de krill, que se distribuye en grandes de manchas de unos dos millones de toneladas cada una. La ballena azul consume cuatro toneladas de krill cada día.

Las ballenas hacen migraciones de largas distancias. En la primavera se acercan a los polos, donde abunda el alimento en esa estación y al comienzo del verano. Permanecen unos tres meses en esos mares, durante los cuales acumulan una buena cantidad de reservas de grasa. Esa grasa cumple una doble función. Por un lado, como se almacena bajo la piel, cumple un papel de aislante térmico, lo que resulta imprescindible para poder vivir en aguas tan frías. La segunda función consiste en surtir a las ballenas de la energía que necesitan durante la época reproductora. Hacia el final del verano, cuando ya ha finalizado la estación de alimento abundante en aguas polares, migran hacia aguas más templadas, a reproducirse. Durante la época reproductora casi no se alimentan y obtienen casi toda la energía que necesitan de la grasa que habían acumulado previamente. Hay que tener en cuenta que en aguas más templadas no se requiere un grado de aislamiento térmico tan alto como el que se necesita en los polos.

En definitiva, el krill filtrado por las ballenas en aguas del Océano Antártico acaba siendo la principal fuente de energía de las ballenas, tanto durante el tiempo que pasan en los gélidos mares del sur, como el que dedican posteriormente a reproducirse.

A continuación van dos videos, los dos merecen la pena; el primero, aunque está narrado en español, es un producto de Attenborough (BBC):

Y el segundo, que está narrado en inglés, también es de la BBC:

Por Juan Ignacio Pérez

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