Ya está aquí el Mundial. Dentro de todo el aluvión de noticias me ha llamado la atención, por repetitivas, las críticas de los porteros al ‘Jabulani’, el nuevo balón de Adidas. Casillas, tras el error ante Arabia que costó el 0-1, dijo que “era como un balón de playa”. Hoy aparece un artículo en El Correo que habla sobre este tema, así que podéis leer en él todas las críticas vertidas sobre él. Sin embargo, me gustaría contar aquí algunas detalles que no he podido explicar en dicho artículo.
Todo aquél que siga el fútbol sabe que esto sucede siempre que hay un nuevo balón. Pasó con los modelos de Adidas de la Eurocopa de 2008, del Mundial de 2006, del 2002 y de 1994. También sucedió cuando la liga española se pasó a Nike en 1996. Por entonces, algunos jugadores del Athletic como Carlos García u Óscar Tabuenca se quejaron del nuevo esférico. Pensando en ello, me pregunté si habría alguna manera de demostrar si los porteros estaban en lo cierto. No hay mayor perjuicio para un portero que recibir un gol, de manera que parece lógico pensar que deberían encajar más goles a medida que la tecnología hacia de los balones su mayor enemigo. ¿Es esto cierto? Pues no; de hecho, pasa justo lo contrario. Desde 1994, cuando se marcaron 2,7 goles por partido, la media ha bajado de forma constante hasta los 2,3 de Alemania (para los amantes de la estadística, en Francia se marcaron 2,7 y en Corea y Japón, 2,5). Algo similar ocurre con las eurocopas. Es cierto que en 2008 se marcaron más goles que en 1996 (2,48 frente a 2,06), pero desde el torneo disputado en Bélgica y Holanda el promedio ha descendido de 2,78 a los
Podría pensarse que el reglamento pudiera haber beneficiado a las defensas en lugar de a los ataques durante este tiempo, con lo que el factor del nuevo balón quedaría diluido. Tampoco. Desde el Mundial de 1990, uno de los peores que se recuerdan por la racanería de lo allí visto, todas las normas han beneficiado al juego ofensivo: la imposibilidad de los porteros de recoger una cesión con la mano, el fuera de juego posicional y los tres puntos por victoria son pruebas de ello. (No he podido encontrar la referencia, con lo que hablo de memoria: en el Mundial de Italia, en caso de duda, el árbitro debía pitar fuera de juego; visto lo que se vio entonces, la regla cambió en las siguientes competiciones y se estableció que en tal situación, el juego debía continuar, es decir, el beneficiado era siempre el atacante).
En definitiva, puede que los nuevos balones hagan efectos, sean más pequeños o sean “una vergüenza”, como dice Buffon, pero los datos demuestran que se marcan menos goles. Aunque parezca sorprendente, los grandes perjudicados no son los porteros, sino los delanteros.
P.D. Buscando datos sobre el tema, encontré una noticia publicada por El País el 7 de septiembre de 1994 . En él, Carles Busquets, el ‘mítico’ portero sin manos que tuvo el Barça gracias a Cruyff, se justificaba de una ‘cantada’ contra el Sporting en el balón con que se jugaba. Se trataba del ‘Questra’, el balón de Adidas para el Mundial de 1994. No recuerdo la jugada, pero sí otras como aquella ocasión en que se metió con el balón en la portería en un partido de Champions contra el Galatasaray o aquella otra contra el Racing en el que hizo un despeje a la nada. Sin embargo, el más impactante fue un partido de la Recopa de 1996-97. El Barça de Robson y Ronaldo se enfrentaba al AIK Solna en el Camp Nou. Sergi le cedió el balón y después pasó lo que pasó. Os dejo el video para que os sorprendáis. Lo mejor fue la justificación: “No le vi venir” (El delantero, por cierto, era un tal Pascal Simpson, un jugador sueco nacido en Togo que debía medir aproximadamente 1,90)