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Francisco Góngora

Topo verde

El Medoc alavés. Un brindis por Pineau

A las puertas del comienzo del bicentenario de la Batalla de Vitoria y de los siete años en que la capital alavesa vivió y sufrió el dominio francés, es bueno recordar la gran influencia que han tenido los galos en nuestra historia. Hay muchos episodios que refuerzan esa idea pero me voy a fijar en un aniversario que acaba de terminar. Hace 150 años que el enólogo Jean Pineau vino a Álava a revolucionar la manera en la que se elaboraban los vinos de Rioja.
El padre del moderno vino riojano nació en Blanquefort en 1823 y murió en Elciego en 1889. A él y, evidentemente, al magisterio francés le debemos que la Rioja sea actualmente lo que es.
Un folleto editado por la Diputación alavesa subraya que a mediados del siglo XVIII los vinos riojanos estaban sumidos en una crisis latente: había superproducción, ventas forzadas, poca perdurabilidad del vino, sistemas de producción y elaboración de tiempos pretéritos, infraestructuras de almacenamiento solo para una cosecha y un año…En fin, un escenario penoso que ve acercarse sin embargo la oportunidad del ferrocarril con sus nuevos mercados. Todo el mundo pedía la renovación de los métodos de vinificación, pero nadie daba el paso.
Finalmente, el diputado general Ramón Ortiz de Zárate, con una gran visión de futuro, decide traer un maestro bodeguero de la zona de Burdeos, la más prestigiosa de entonces, para que instruya a los cosecheros alaveses en las mejores y más modernas técnicas. Para ello se pone en contacto con Guillermo Hurtado de Amézaga, Marqués de Riscal, vitoriano de nacimiento, que llevaba años residiendo en Burdeos. El bodeguero se fija en en Jean Pineau, que trabajaba en el Chateau Lanesan con su padre y su hermano. Era una de las más destacadas bodegas de la zona. La Diputación le oferta un sueldo tres veces superior al que cobraba y le propone un plan “para introducir y practicar en adelante en la provincia el mismo método seguido en el departamento de la Gironda para todo lo que tiene relación a las viñas, a las vendimias, a la fabricación de los vinos y a las operaciones para su conservación durante varios años”.
En junio de 1862 firman un contrato en Burdeos entre Jean Pineau y la Diputación foral de Álava. El Marqués de Riscal actúa como apoderado del diputado general. Ese mismo año comienza la nueva experiencia con unos pequeños propietarios de Elciego, Laguardia, Samaniego, Labastida, Salinillas. El vino elaborado según el método bordelés era propiedad de los cosecheros, pero no podían ponerlo a la venta antes de que Jean Pineau diera su autorización.
La experiencia es tan positiva que se realiza una campaña institucional bajo el nombre del “Medoc Alavés”. Su participación en la Exposición Internacional de Bayona de 1864 se salda ya con una medalla de oro. El nuevo vino riojanoalavés se consagra también en exposiciones en Madrid.
Se abren nuevas expectativas en los mercados, pero los cosecheros no tienen medios para invertir en infraestructuras ni capacidad en sus bodegas para conservar los vinos más de un año. La falta de dinero y de inversiones hace que la experiencia Medoc Alavés naufrague y la Diputación prescinde de los servicios de Jean Pineau en 1868.
Pero lo que no puede hacer el erario público, lo hace la iniciativa privada y el Marqués de Riscal, que ha empezado a construir su legendaria bodega en Elciego contrata al sabio francés como maestro bodeguero. Allí trabajará hasta su muerte en 1889, 21 años después.

La aportación de Pineau es fundamental para que el vino se consagre como una verdadera economía de futuro. En Viticultura, por ejemplo, las plantaciones se realizan a más profundidad, unos 50 centímetros, y se utilizan estacas para elevar la cepa. Las plantaciones se alinean para trabajar de forma mecanizada; mejora la poda; se introducen productos contra las enfermedades (azufres, sulfatos, análisis de tierras). En la vinificación se empiezan a separar los granos de los raspones, la fermentación se hace de manera más rápida y controlada y se utilizan las barricas de 225 litros (14 cántaras) para la conservación, las transmudas, la clarificación del vino y el embotellado para la comercialización. Se introducen estudios de producción, mejoras económicas, rendimientos de producto, presentación de botellas, utilización de la marca, producto personalizado, etcétera. También en la tonelería hay una revolución con la necesidad de toneles de roble de 225 litros para la conservación del vino, la creación de un taller de tonelería con su hijo Carlos y taller de aprendices de tonelería en el Marqués de Riscal. Así se introduce este nuevo elemento en la zona.
Nada más y nada menos que eso le debemos a los franceses y especialmente a Pineau, un verdadero héroe y pionero en un sector tan importante para el territorio. Hay quien dice que los franceses no dejaron más que ruina y dolor durante sus 7 años de expolio. Algunos lo devolvieron con creces.
Un brindis por monsieur Pineau. Todo empezó de nuevo gracias a él.

Por Francisco Góngora

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