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Francisco Góngora

Topo verde

Zulueta, el negrero y un palacio de Vitoria

Se habla estos días en Vitoria del futuro del palacio de los Zulueta, situado en La Senda y antigua sede de la Fundación Sancho el Sabio. Se pide un destino para esta casa hotel de principios del siglo XX, que abrió una nueva etapa en el urbanismo de la capital vasca. Se pide que sea oficina de algo antes de que se convierta en almacén de polvo, o guarida de sin techo, como le ha ocurrido antes a otras casas del mismo valor histórico.

Además del misterio que desprende esta arquitectura mestiza un poco afrancesada, que se asemeja en su perfil a la famosa casa de ‘Psicosis’ y que asustó a más de un soldadito que hacía la guardia nocturna en la antigua comandancia militar, la mansión tiene un curioso origen. Procede, como tantos otros edificios de la época, como el Seminario Diocesano, los chalés de la calle Elvira Zulueta o el Palacio de Augusti ahora Museo de Bellas Artes, de los capitales acumulados en Cuba por la familia Zulueta, especialmente por el Marqués de Álava, don Julian Zulueta y Amondo.

Nacido en la pequeña aldea de Anucita en 1814, este personaje es uno de los más influyentes Se habla estos días en Vitoria del futuro del palacio de los Zulueta, situado en La Senda y antigua sede de la Fundación Sancho el Sabio. Se pide un destino para esta casa hotel de principios del siglo XX, que abrió una nueva etapa en el urbanismo de la capital vasca. Se pide que sea oficina de algo antes de que se convierta en almacén de polvo, o guarida de sin techo, como le ha ocurrido antes a otras casas del mismo valor histórico.

Además del misterio que desprende esta arquitectura mestiza un poco afrancesada, que se asemeja en su perfil a la famosa casa de ‘Psicosis’ y que asustó a más de un soldadito que hacía la guardia nocturna en la antigua comandancia militar, la mansión tiene un curioso origen. Procede, como tantos otros edificios de la época, como el Seminario Diocesano, los chalés de la calle Elvira Zulueta o el Palacio de Augusti ahora Museo de Bellas Artes, de los capitales acumulados en Cuba por la familia Zulueta, especialmente por el Marqués de Álava, don Julian Zulueta y Amondo.

Un aldeano alavés, convertido en un terrateniente de Cuba, alcalde de La Habana, hombre de peso en la política de ultramar española y uno de los hombres más ricos de su época. No me digan que el personaje no es fascinante. ¡Ay si fuera norteamericano!….cuántas películas se habrán hecho sobre su biografía.

Nacido en la pequeña aldea de Anucita en 1814, este personaje es uno de los más influyentes

del siglo XX y, desgraciadamente, uno de los más desconocidos.

Un aldeano alavés, convertido en un terrateniente de Cuba, alcalde de La Habana, hombre de peso en la política de ultramar española y uno de los hombres más ricos de su época. No me digan que el personaje no es fascinante. ¡Ay si fuera norteamericano!….cuántas películas se habrán hecho sobre su biografía.

Como no quiero ser yo el que de valor a esta biografía voy a citar lo que escribe el gran historiador Hugh Thomas en el libro ´La trata de esclavos’. Le dedica las primeras palabras de la obra.

“Me interesó especialmente un vasco, Julián Zulueta, el último gran negrero de Cuba ­–si se me permite el adjetivo­­-, y por tanto de las Américas, un hombre que comenzó desde muy abajo, comerciando con toda clase de mercancías en La Habana de los años 1830, y que a finales de la década siguiente era un hombre maldito en la mente y en los diarios de a bordo de las patrullas navales británicas que intentaban impedir la trata, pues Zulueta poseía en Cuba sus propias plantaciones de caña de azúcar, a las que llevaba, en rápidos clipers, a menudo construidos en Baltimore, cuatrocientos o quinientos esclavos, directamente desde Cabinda, en la orilla septentrional del río Congo.

Como era hombre moderno, Zulueta solía hacer vacunar a sus esclavos antes de que emprendieran el viaje a través del Atlántico, y en la década de 1850 empezó a emplear vapores que podían transportar hasta mil cautivos. Como era católico, hacía bautizar a sus esclavos antes de que abandonaran África. Me preguntaba qué clase de hombre podía ser el que se dedicaba a la trata en una colonia cristiana cuatro siglos después de que un papa, Pio II, hubiese condenado la costumbre de esclavizar a africanos bautizados. ¿Y cómo podía Zulueta insertar su insaciable demanda de esclavos casi un siglo después de que Adam Smith hubiera insistido fríamente en que estos eran menos eficientes que los hombres libres? ¿Por qué el gobierno español le hizo marqués? Y cuando se llamaba a sí mismo Marqués de Álava, ¿pensaba más en el nombre de su plantación de caña que en su provincia natal? ¿Qué sucedió con su gran fortuna? ¿Qué fue de sus papeles y documentos?…..”. Hasta aquí Hugh Thomas.

En cuanto a la pregunta sobre su fortuna, la casa de los Zulueta, en la Senda, tiene parte de la respuesta. Pero hay otros edificios en Vitoria que explican también lo que sucedió.

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