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Anje Ribera

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Iva Zanicchi – La orilla blanca, la orilla negra

Más de tres millones de aficionados a la música de principios de la década de los setenta se rascaron el bolsillo para comprar el single de ‘La orilla blanca, la orilla negra’, que trasladó al mercado internacional la voz aterciopelada, casi negra, de Iva Zanicchi. Constituyó un bombazo en todo el continente europeo.

Ya previamente había triunfado en su país, Italia, con el título original ‘La riva bianca, la riva nera’, aunque no consiguió imponerse en el Festival de San Remo de 1971, la gran cita de la canción transalpina. Tuvo que conformarse con el segundo puesto, aunque el jurado destacó sobremanera la música compuesta por Eros Sciorilli, pianista de jazz y director de orquesta especialista en beber de las fuentes de la tradicional ‘canzone napolitana’. 

Zanicchi derramó sobre este tema pacifista ese carácter que impregna toda su obra, ese genio, ese estilo tan personal e incuestionable. Con la guerra de Vietnam como telón de fondo, su potencia, su garra y su sentimiento se esparcen sobre la elocuente letra antibélica escrita por Alberto Testa, que describe con una prosa cargada de poesía todo el horror y la estupidez que rodea a las contiendas bélicas, al tiempo que alerta del peligro que tiene la defensa acérrima de las banderas. Sin duda, es de esas composiciones que ayudan a que la humanidad vaya tomando conciencia del sinsentido de los enfrentamientos armados.

Ya lo decía el famoso militar nazi Erich Hartmann a partir de una frase del escritor, poeta, ensayista y filósofo francés Paul Valery: «La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí por la decisión de viejos que se conocen y se odian pero no se matan». Esta obra lo recoge bien y habla de personas que se enfrentan en una lucha que ellos no han provocado y que, sin embargo, les llevará juntos a la eternidad. Por eso, la historia de la humanidad es la historia de las conflagraciones por el negocio que siempre han supuesto.

La guerra es una fábrica de muerte, de dolor para el ser humano, capaz de acabar con familias y con amores, generar hambre y miseria, crear destrucción o cercenar infancias –además de sembrar un miedo que nunca acaba de desaparecer– en pos de intereses fronterizos, económicos o ideológicos.

El grito de ansiedad y de angustia de Zanicchi y su alegato contra la violencia siguen siendo actuales, porque la irracionalidad que rodea las contiendas bélicas aún impera sobre la inteligencia, los intereses sobre la humanidad y la ceguera mental sobre la luz cerebral. La cantante italiana nos recuerda que también hoy la solidaridad entre los seres humanos debe estar por encima de territorios y de ideologías.

El mensaje de ‘La orilla blanca, la orilla negra’ puede ser fácilmente trasladado al mundo de la política en una época convulsa como la actual, en la que de nuevo son necesarios los himnos por la paz como el que hoy analizamos. Porque, aunque en el mundo occidental cada vez es más raro un enfrentamiento bélico, siguen existiendo orillas blancas y orillas negras.

Ahora los uniformes cada vez son menos de caqui y más ideológicos. No obstante, los ríos se mantienen invadeables y los puentes se destruyen cada día. Las batallas continúan y tampoco nosotros las veremos acabar. Las dos orillas parecen condenadas a una pelea eterna, porque, como dice Silvio Rodríguez, la guerra es la paz del futuro a pesar de que todos somos sabedores de que un enfrentamiento crispado, el exabrupto y la belicosidad visceral sólo conducen a la involución.

En España ‘La orilla blanca, la orilla negra’ se convirtió en un himno antifranquista. Al margen de los ajustes  necesarios para adaptar el ritmo y la métrica al castellano, la interpretación de Zanicchi es muy similar a la versión original italiana.

Debe hacer un alto mi capitán
sí que estoy cansado, no puedo más
alerta, cúbrase, al terraplén
alerta estoy más cúbrete tú también

Di soldado de dónde eres tú
del país vecino que hay más al sur
y por el río pasa la frontera
la orilla blanca, la orilla negra
y sobre el puente veo una bandera
mas no es la misma que está en mi corazón

De los míos creo no debes ser
por mi uniforme lo puede ver
no sé mis ojos ya están sin luz
me han herido y tal vez fuiste tú
triste es el destino mi capitán
mientras hayan guerras no cambiará

En la colina silba la metralla
la hierba verde está quemada
y por el río continúa la batalla
nosotros dos ya llegamos al final

Tengo que marcharme mi capitán
voy contigo no me querrás dejar
no te abandonaré, lo sabes ya
que vamos juntos para la eternidad

Todo ha pasado, hay paz en la frontera
en la orilla blanca, en la orilla negra
pero alguien llora y se desespera
gritando un nombre que no responderá

Debe hacer un alto mi capitán
sí que estoy cansado, no puedo más

VERSIONES

Obligado es ofrecer en primer lugar el original EN ITALIANO, titulado, como ya hemos dicho más arriba, ‘La riva bianca, la riva nera’.

El dúo fraternal argentino PIMPINELA dio su visión del tema.

La cantante venezolana MIRLA CASTELLANOS, comúnmente conocida como La Primerísima de Venezuela, firmó una interpretación llena de carácter.

La asturiana CRISTINA RAMOS también exhibió su gran voz con este tema, cantado en italiano.

La gitana CARMEN GABARRE realizó una revisión racial en 2008.

IVA ZANICCHI (Ligonchio, 1941) dio sus primeros pasos artísticos saltando de concurso en concurso desde que apenas contaba con veinte años. En uno de ellos logró en 1964 su primer éxito con ‘Come ti vorrei’, pero fue un año más tarde, ya en San Remo, el festival italiano por antonomasia, cuando se convirtió en una estrella al interpretar ‘I tuoi anni piú belli’.

Volvió a la cita en 1966 con ‘La notte dell’addio’ e insistió en el edición siguiente con ‘Non pensare a me’, obteniendo el primero de sus tres triunfos. Repitió la victoria con ‘Zingara’ en 1969 y el tercer título lo sumó en 1974 con ‘Ciao cara, come stai?’. Es la única que ha cosechado tantos éxitos en la ciudad turística. También representó a Italia en el festival de Eurovisión con ‘Due grosse lacrime bianche’, aunque su talento no fue reconocido.

Zanicchi fue una precursora: la primera cantante italiana que cantó temas del griego Mikis Theodorakis, la única en dar un concierto en el Madison Squard Garden de Nueva York o también la que inició las giras por la desaparecida Unión Soviética.

Su época de mayor esplendor coincidió con los setenta, década en la que consiguió gran relieve internacional con temas como ‘Sola piú che mai’, ‘La felicitá’, ‘Per vívere’, la analizada ‘La riva bianca, la riva nera’, ‘La notte’, ‘Io ti daró di piú’, ‘Accarezzame’, ‘Come prima’ o ‘Fra noi’.

Supo extender su idilio con el público hasta los ochenta y los noventa, volviendo a San Remo y reinando en televisión, incluso con un programa de cocina. Hoy en día sigue en activo, aunque últimamente se dedica a la política.

Sin duda, ha sido una de las grandes voces de la canción ligera del país de la bota. Su éxito radicó, como dijo ella misma en unas declaraciones de 1971, en conjuntar en sus interpretaciones la extensión vocal de Mina, el tono cálido y la nota baja de Milva, y la calidez y fuerza de Ornella Vanoni. Todo ello le llevó a ser una de las grandes figuras de la canción italiana de todos los tiempos es una diva.

Canciones para escuchar a oscuras - Por Anje Ribera

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