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Mauricio Martín

Motobloj

Paradojas

Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid y motera habitual de a diario, para ir al trabajo y eso, se tragó ayer en plena Castellana un BMW que se le cruzó delante del carril-bus por el que conducía. Son malos esos carriles para girar, mecachis: tienes que mirar hacia atrás mientras no pierdes de vista los que giran contigo y los que están parados en el semáforo; demasiado para un señor mayor y para cualquiera que no esté muy atento. Y ya se sabe que a las motos no se nos ve.

Por supuesto, mi aprecio como a cualquier motero de cualquier tipo, y mi deseo de pronta recuperación (traumatismo torácico severo, una arteria tocada y estado de semivigilia en la UCI no es plato de gusto).

Pero, cosas tiene la vida, la delegada Cifuentes se ha trabajado una fama notoria a base de hacer que las fuerzas del orden actúen con firmeza contra “perroflautas” del 15-M y demás indeseables, como aquéllos que se han movilizado a favor de la educación o de la sanidad pública, frente al proceso de privatización masivo emprendido por el gobierno popular.

Pues héte aquí que la están atendiendo de maravilla en un hospital público, el más cercano al lugar del accidente, donde una pancarta en la puerta nos recuerda cómo está el patio, a la vez que el jefe médico se nos presenta en un dignísimo traje de faena a la prensa, nada de americana, corbata, gomina ni demás atavíos propios de lo privado y prestigioso. Olé por La Paz y por los trabajadores de la sanidad pública, que van a sanar a un enemigo. Éso sí que es juramento hipocrático, ética y todo lo demás.

En fin, que tenga buena estrella, y no voy a hacer el chiste fácil, y que se recupere pronto y bien.

Y lo de la Castellana, que lo miren, que es peligroso; al menos que esta torta valga para algo.

Por Mauricio Martín

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