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Mauricio Martín

Motobloj

LEMev Stream: prueba

No pudimos estar en la presentación oficial de hace unos días, pero la gente de LaFactory (Gracias, Iosu) se nos ofrece para probarla. Así que cogemos la Katana y nos vamos para Donosti en una mañana fresquita.

La encontramos en carga en un enchufe normal y corriente y a un 20%. “Acaba de dejarla uno; le ha gustado tanto que se ha ido hasta Orio”, 17km x 2, más las vueltas que haya podido dar.

Lo primero que llama la atención es… que no llama la atención. Parece un scooter más por dimensiones y diseño. Ni muy alto ni muy bajo, 80 cm al asiento. A mí me resulta adecuada hasta para posar los dos pies en el suelo (mido 1,80) y la posición de conducción es cómoda: pies para adelante contra el escudo bien (podría tener un poco más de distancia), posados en la plataforma no los llevo nunca, y al estilo mensajero, piernas plegadas y apoyando atrás, perfecto; los resaltes del piso para el pasajero son aprovechables para el piloto.

No siento especialmente pesados sus 200 kilos al moverla.

Asiento agradable y espacio para el paquete adecuado, no muy generoso por el portón trasero (no se puede tener todo).

Cofre bajo asiento muy amplio. Cabe holgadamente un integral XL compuesto y sobra sitio para lo típico: chubasquero, guantes de sobra, bolso, pulpo o lo que sea. El cofre trasero admite bien un integral, pero con menos generosidad.

Un par de guanteras con llave delante sirven para papeles, teléfono y cosas de menor tamaño.

Y ya encima, vamos a lo que vamos:

FOTO: Mauricio Martín

Aparte de lo habitual -intermitente muy cómodo, con botón de anulado de señal bien conseguido, retrovisores bien colocados, etc…- descubrimos en la mano izquierda, bajo la piña, una mando nuevo: una pestaña que gira sobre un cilindro; el freno regenerativo (en las Vectrix lo ubican en el acelerador girado a la contra)

En la mano derecha, el botón de boost, bien colocado (en esta moto los dedos pulgares van a trabajar mucho, de hecho los puños son relativamente cortos porque media mano va casi siempre sobre los controles “energéticos”.

Pues hala, arrancamos. Bueno, arrancar, lo que se dice arrancar, no es exactamente: la moto no suena, no vibra nada, sólo presenta iluminación con la indicación de carga bien visible.

Aceleramos y un zumbido de giro nos anuncia que nos ponemos en marcha. Suavemente, aunque aceleremos a tope. Salimos despacito, el primer impulso no es de tirón, y en cuanto estamos en el asfalto pisamos el boost, aquí sí empuja y bien.

Hala, a por la primera cuesta. Acostumbrado a salir jalando de los semáforos, la moto se muestra más tranquila: lo que sería una primera te deja un poco frío sin el boost, pero en cuanto llegas a una “segunda” virtual la cosa va cambiando y mantiene una buena progresión, en “tercera” y “cuarta” es una gozada. Tiro hacia arriba y la moto coge unos 70 km/hora razonables para la calle muy empinada que he elegido.

Subo, bajo, y pruebo el freno regenerativo: no es un freno motor tipo kart, apenas ralentiza: el indicador rojo de recarga se ilumina y la barra de progreso va subiendo a medida que la cuesta abajo se hace más fuerte. Descubro que se puede usar siempre que no se necesita acelerar, aunque no se trate de bajadas o semáforo a la vista: apenas frena la moto. Me comentan que con un uso intensivo de la regeneración puede mejorarse en un 30% la autonomía.

Primera conclusión: siempre que no aceleres, utiliza el freno regenerativo.

El boost te da una buena patada en el culo desde parado o en movimiento, así que:

Segunda conclusión: hay que utilizar continuamente los dos pulgares.

Ya no es acelerar y frenar sin más, hay que ser consciente de la gestión de la energía si se quiere conducir “ligero”.

Llaneamos un poco: orgasmo total, es algo parecido a navegar a vela. La moto se desliza sin vibraciones, sin apenas ruido apreciable, una gozada.

Hacemos una serie de rotondas: la rueda no se siente pequeña, gira muy bien y segura.

No he podido meterle autopista, para ver cómo se maneja entre tráfico rápido, pero creo que, aunque no sea su entorno natural, no tendrá problemas para mantener los 100 km/hora con la inercia que va cobrando y algún toque de boost para adelantar tráfico pesado.

Vuelvo al cabo de un rato, contento de la impresión, y busco el enchufe para meterla a recargar: clavija normal (hay opción alternativa) con recogedor tipo aspiradora, enchufable en cualquier sitio. La longitud de cable parece suficiente sin alargador para acceder a tomas no muy lejanos.

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Un interfaz RS232 permite conectar un ordenador para modificar los ajustes de la LEMev. Según mi impresión, se ha priorizado el consumo sobre las prestaciones, pero seguro que puede alterarse para que se entregue más potencia en el arranque, si así se deseara. Aunque en esta configuración y una vez alcanzada una inercia, la moto va muy bien.

Esta moto puede llevarse a la antigua usanza, acelerador y freno sin más, pero no parece ése el buen camino:

En primer lugar, como eléctrica, ya no dependemos de una fuente de combustible “externo”, la carga se hace “en casa” -como con el móvil, con el portátil, con la cámara…- No necesitamos de electrolineras de carga rápida, como pasa con los coches, más voraces. Pasa a ser un complemento de movilidad “doméstico”.

Esto y la visibilidad de la energía disponible nos permite gestionar más conscientemente el consumo. Podemos controlarlo y lo sentimos como algo más propio que el gesto de llenar el depósito de gasolina en un surtidor comercial.

Por otra parte, la sensación de conducción es diferente, placentera de otra manera. No invita a ir siempre a tope, sino a deslizarse suavemente, a disfrutar de la inercia. En los vídeos se aprecia, sobre ella se nota claramente.

En conclusión: Me parece una moto perfectamente viable para uso urbano, siempre que dispongas de un enchufe en el garaje de casa o en el curro. El precio (poco más de 4.000€) es razonable -va incluida la ayuda del Plan Movele y no la que teóricamente podría conseguirse del Gobierno Vasco por añadidura- y, sobre todo, el ahorro en combustible y en mantenimiento.

Una competidora más sencilla de las Vectrix, ahora que sale la nueva VX-3 (triciclo por más de 9.000€; VX-1 entre 7 y 8.000 y pico y VX-2, la más barata y pequeña, por cerca de 4.000).

Y, en lo que se refiere al espíritu, es un placer “volar” con ella sobre el asfalto, sin ruido ni vibraciones. No es llamativa: apenas se me han quedado mirando en dos o tres semáforos y, casi siempre, moteros a pie o a caballo; así que no parece destinada a impresionar, sino a trabajar honradamente (siempre se puede hacer valer aquello de la conciencia ecológica para impresionar…)

Y luego, para carretera, una moto más grande tradicional (pero esto ya pasa con las scooter normales ¿no?)

Para los datos técnicos, os remito a su site y a mi post anterior.

Por Mauricio Martín

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