Este año ha habido suerte en Pingüinos con el tiempo, pero recordad el año pasado… Pues bien, si en Valladolid hace mucho frío en invierno, en Elefantreffen es mucho peor. La concentración invernal más dura del mundo, 20º bajo cero… Masoquismo puro, afán de superación místico, calificadlo como queráis, pero hay gente que va.
Y este año van dos vitorianos aguerridos: Juan Carlos Suso e Íñigo Díaz, que salen mañana a las diez de la mañana, con la que está cayendo (-4º).
No queda aquí la cosa. No van en una GoldWing con todo calefactado, sino en una BMW RT (bueno…) y en una ¡Vespa 200!.
Mantendrán (si pueden) un blog del viaje en El Correo; os indicaré el enlace en cuanto sean capaces de escribir algo.
Os pego el artículo de Daniel González contando el otro día la historia:
Cowboys sobre ruedas
Dos vitorianos acudirán a una concentración motera en Alemania a lomos de piezas de más de veinte años
10.01.11 – 02:43 –
DANIEL GONZÁLEZ | VITORIA.Carreteras heladas, noches a la intemperie con veinte grados bajo cero, comidas compartidas y una babel de lenguas. Éste es el panorama que les espera a Íñigo Díaz y a su amigo Juan Carlos Suso en cuanto salgan de Vitoria montados en sus flamantes motos de época rumbo a Alemania. Ambos cabalgarán juntos por Francia, Suiza y las tierras germanas para reunirse con más de 2.000 personas en Elefantreffen, la concentración invernal de moteros más dura del mundo y convertirse en los embajadores de nuestra ciudad entre italianos, checos y demás nacionalidades.
Para emprender esta aventura, que arrancará el 25 de enero desde la capital alavesa, estos apasionados de las motos han decidido apostar por dos veteranas del asfalto: una Vespa 200 de 1985 y una BMW R80 RT del 87, completamente restauradas y preparadas para la ocasión. Y aunque Íñigo ya es un veterano de este encuentro -será la tercera vez que acampe sobre el hielo- comparte con Juan Carlos la experiencia de ser novato al hacerlo sobre una de estas reliquias. «Estábamos en una comida de amigos hablando de sus viajes y entonces decidí apuntarme. Era una de esas cosas que dices ‘algún día haré’ y ya tocaba, así que me puse a buscar la moto y la encontré en Cádiz», cuenta este aficionado de las dos ruedas que del motocross pasó a las de carretera.
Íñigo también ha tenido que localizar la suya, y es consciente de que con ellas el viaje va a ser más difícil. «Una moto de casi veinticinco años, si no casca por aquí casca por allá, por lo que tendremos que llevar repuestos e ir despacio, sin forzarlas», previene. «Aunque entre los moteros hay buen rollo y siempre te echan una mano en caso de avería. Eso sí, si se fastidia el motor, se acaba la aventura», añade.En busca de patrocinio
Por eso, la velocidad que alcanzarán no va a superar los 80 kilómetros por hora durante los tres días que durará su periplo. Un total de 2.300 kilómetros hasta llegar a Passau, pueblo fronterizo con Austria donde se desarrolla el evento. «Cuando estás en la moto a quince bajo cero dices ‘en menuda me he metido, con lo bien que se está en casa’, pero luego llegas allí y es una experiencia extraordinaria», recuerda Íñigo. En el 97 fue con otros dos amigos por primera vez, y la convivencia le fascinó. «Llegas ahí con todo el frío y la gente te ayuda a montar la tienda, te da un poco de caldo para entrar en calor,…» relata.
Y una vez allí, durante los dos días que dura el encuentro, los dos vitorianos harán piña con compañeros de pasión de toda Europa. «Te pasas horas hablando, tomando unas cervezas, y aunque apenas nos entendamos disfrutamos de un buen momento», evoca Íñigo. Es una ocasión perfecta para estrechar lazos, y quienes logran más afinidad acaban regalándose algún detalle traído desde su tierra. «Puede ser una camiseta vieja del Alavés, y ellos te obsequian con un banderín de su equipo».Pero esta bonita aventura tiene un gran coste para quienes la emprenden. La gasolina, comprar las motos, el alojamiento, comida… Todo ello hace que el bolsillo se congele tanto como el asfalto. Por eso, Íñigo y Juan Carlos se han lanzado a buscar patrocinadores. «Hay unas ocho o diez empresas que están interesadas, y ahora tenemos que concretarlo con ellas», explica Íñigo, que ya reserva en la carrocería de la moto hueco para los logotipos. Juan Carlos ha optado por autopromocionar su empresa, Rótulos Oketa, en la superficie de su BMW, y su compañero ha convencido a sus socios -y hermanos- de Bostak Electricidad para hacer publicidad. «Aun así, el grueso lo desembolsamos nosotros. A mí me va a salir por unos 4.000 euros», apunta el veterano de Elefantreffen.
Y, en cuanto acabe la concentración, los dos amigos se separarán. A Íñigo le espera un segundo encuentro en Noruega, el Crystal Rally de Oset, que obligará a sus dos ruedas a hacer 2.000 kilómetros más, los doscientos últimos con un par de esquís para mantener la estabilidad en el camino helado. Juan Carlos le verá partir con nostalgia. «Yo no puedo ir, tengo una hija de nueve años que me limita un poco estas aventuras», confiesa.
¡Suerte, compañeros!