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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Música

La última semana de 2011, Mariss Jansons, Director dela Orquesta Filarmónicade Viena, presentó en rueda de prensa el tradicional Concierto de Año Nuevo. A una pregunta de un periodista respondió que no le preocupaba que la música se entendiera, lo que pretendía era que se sintiera. La música emociona. Todos lo sabemos y todos lo hemos sentido alguna vez. Pero la música no emociona a todos por igual. Cada uno tiene su música, su momento y su lugar e, incluso, la misma música no emociona igual en todo momento y lugar. Heather Chapin y su grupo dela Universidad Atlántica de Florida en Boca Raton, han estudiado la relación entre la música, las emociones que provoca y la actividad cerebral.

A partir de cuestionarios previos, de entre 125 universitarios, los autores eligen 27 que declaran que la música o el papel que la música juega en su vida es muy alto y superior a la media de las personas que conoce. Además, suman al grupo a dos voluntarios que afirman que la música clásica les provoca una respuesta emocional muy fuerte. Algunos de los elegidos estudian música, tocan algún instrumento o participan en conjuntos musicales como bandas o coros. Otros no tiene experiencia musical.

Como estímulo musical, los investigadores utilizan el Estudio en Mi mayor, opus 10, número 3, de Federico Chopin, en dos versiones, una tocada por una estudiante de piano, muy expresiva, y otra monótona sintetizada por un ordenador. Ambas versiones se graban y se pasan a los voluntarios por ordenador. Después de la audición, los participantes marcan su respuesta emocional en una tabla con nueve emoticones con expresiones que van de la indiferencia al lloro o de la tristeza al entusiasmo. A la vez que escuchan a Chopin, los voluntarios pasan por el escáner para conocer su actividad cerebral.

Después de analizar la relación entre emociones y actividad cerebral, los autores afirman que, entre la escucha de la música y aparición del sentimiento, hay un complejo itinerario a través de nuestro sistema nervioso que implica a varios sistemas cerebrales. Primero, el oído para la audición y el cerebro para atenderla, con su experiencia previa, expectación de lo que se va a escuchar y ánimo inicial que empuja a escuchar; todo ello integra la información que llega de los sentidos y la lleva al cerebro. Además, lo que alcanza el cerebro debe emocionar, o gustar, y animar a seguir escuchando. Si no es así, las zonas del cerebro que tienen que ver con las emociones, la motivación y la recompensa entran en conflicto y dejamos de seguir la música. Por eso, la interpretación expresiva de Chopin crea más emoción, y todavía más en los melómanos, con un aumento de actividad en los centros de emoción y recompensa del cerebro.

En fin, que esta interacción compleja entre oído, atención, movimiento y proceso cognitivo es como toma forma la emoción y, entonces, casi milagrosamente el sonido se convierte en música.

 

*Chapin, H. y 4 colaboradores. 2010. Dynamic emocional and neural responses to music dependo n performance expresión and listener experience. PLoS ONE 5: e13812

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