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IÑAKI CERRAJERIA

La ilustración

Arremangados los quiere Dios

 

Mobiliario urbano por Ángel Resa

Cáritas trata de suplir con sus voluntarios admirables las renuncias institucionales.

Sé que los críticos con esta columna me negarán la mayor, la división que establezco entre la jerarquía eclesiástica y la inmensa labor social, nunca suficientemente ponderada, de una organización suya como es Cáritas. Pero sí, creo que existe una distancia casi tan insalvable como el aceite que se concentra toda por encima del agua. Los santos óleos sobre ese ejército de arremangados que quiere Dios en torno a la miseria. Pensemos qué coincidencias hay entre las conspiraciones vaticanas, sus casos de espionaje y robos documentales, las décadas transcurridas hasta asumir las nauseabundos casos de abusos sexuales a menores, el veto al preservativo en África para contener la epidemia del Sida, la discriminación femenina en el acceso al sacerdocio…
… Y las que resultan de elogiar a gente admirable que trata de paliar con medios finitos tantas desgracias humanas. Mujeres y hombres con fe implicados en el mejor sentido de la caridad que ‘pecan’ por acción mientras otros carecemos de ese coraje, sentados como estamos en el sillón para aplaudir sus zambullidas en el fango. La crisis económica, ese monstruo de siete cabezas al que no se le adivina el final de la cola, incrementa las necesidades de los desheredados al tiempo que los poderes públicos recortan con su podadora gigantesca los fondos destinados a combatirlas. A más, menos. Quizá tenga un pase en aritmética, pero la fórmula no resiste un asalto cuando se trata de caras con ojos desesperados.
Los informes de Cáritas en Vitoria recuerdan que en 2010 (año III desde el desplome de Lehman Brothers que nos salpicó sin comerlo ni beberlo) hubo de aumentar en un 22% sus gastos dedicados a frenar el deterioro material de los alaveses. Que en 2011 atendió a 1.600 familias de la ciudad y subiendo en este ejercicio donde las penurias crecen a igual proporción que merman las ilusiones. Olé, oso ondo o ‘chapeau’ para este organismo humanitario de la Iglesia Católica, que trata de llegar donde las instituciones renuncian a hacerlo. Lamentablemente vivimos un regreso al pasado, a los tiempos en los que la beneficencia ocupaba el lugar legítimo de los derechos alcanzados.
Estos días bullen las redes sociales con el anuncio de que Amancio Ortega, jefe supremo de Inditex, contribuye con 20 millones de euros a la tarea formidable de Cáritas. Y hay voces críticas que consideran una limosna la dádiva de uno de los hombres más ricos del mundo. Que recuerdan sus beneficios fiscales con los que puede ‘jugar’ a la caridad. Qué quieren que les diga. Prefiero potentados como él a otros en circunstancias más o menos similares que no dan ni la hora.
Las páginas de los periódicos abundan en noticias estremecedoras. El galope desbocado del desempleo, el aterrador número de hogares donde no entra un ingreso o la tragedia moderna de los desahucios. Esta semana se suicidó un hombre en Granada a quien el banco le dejaba sin vivienda por el impago de la hipoteca. Y otro se precipitó desde el segundo piso en Valencia tras besar al hijo cuando, a instancias de la entidad financiera correspondiente, iban a desalojar a su familia. Ha ocurrido en Andalucía y Levante, pero mal podría suceder en Vitoria, Llodio, Agurain u Oion. Euskadi registra catorce desalojos diarios, así que calculen por demografía que tres corresponden a residentes en la provincia.
Los dramas se ocultan tras las caretas de los números. Pero con un mínimo esfuerzo podremos vislumbrar el desaliento profundo de la madre, los rostros incrédulos de los niños y el futuro abrupto a la entrega de las llaves. Odio el término ‘dación’ pero entiendo su contenido, es decir, saldar la deuda con la entrega de la casa. Pienso en médicos, enfermeras o bomberos formados para rescatar a la gente, no para salvar las indecentes cuentas bancarias de resultados. Y vuelvo a Cáritas, obligada a ejercer de supermercado, paño de lágrimas y agencia inmobiliaria.

La actualidad en una sonrisa. Por Iñaki Cerrajería

Sobre el autor

La intención de este blog es recopilar mi trabajo diario en las páginas de EL CORREO. Caricaturas de escritores y otros personajes, las elecciones vascas con humor, páginas especiales, planas sobre fiestas de Vitoria-Gasteiz, San Prudencio, San Juan del Monte,... El fútbol con las jornadas del Deportivo Alavés, recreaciones de juicios, las ilustraciones para artículos y por supuesto, las tiras diarias de las ediciones de Álava y los domingos de Bizkaia y Miranda de Ebro. Desde todos estos espacios podéis acceder a las noticias, datos adjuntos y participar de forma activa añadiendo vuestros comentarios e ideas. Asimismo, encontrareis en las secciones del blog distintos trabajos que han sido publicados en años anteriores y que poco a poco voy añadiendo. Espero que sonriáis un poco navegando en este espacio.

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