Ayer encontré por casualidad la foto de arriba en uno de mis blogs favoritos. El de la izquierda es Roscoe Arbuckle y el de la derecha, Houdini. La imagen me fascinó por poder ver juntos a dos individuos tan enigmáticos y atractivos, dos iconos de otro siglo pero cuyos ecos nos llegan todavía sin que nos demos cuentan. Además, la coincidencia del hallazgo de la foto con la muerte de Michael Jackson es casi profética. Tanto Jackson como Arbuckle o Houdini son víctimas de la imagen que crearon a su alrededor, fueron devorados por su personaje, por la red de ensueños que tejieron para disfrazar su realidad.
Vayamos por partes. Arbuckle, a la izquierda. La primera víctima de la prensa amarilla. Muchos de los gags visuales que hoy vemos en el cine fueron inventados por él y por su pareja cómica, Buster Keaton. Incluso Chaplin les copió alguna idea.
Hasta que una brutal fiesta en un hotel de San Francisco acabó con la carrera de Fatty. Fue acusado de violación tras la muerte en extrañas circunstancias de una corista que participaba en la orgía. Se llamaba Betty Rape y se le diagnosticó una peritonitis. Las ligas de la decencia se cebaron con el actor. Como no podían lincharle quemaban los cines donde se proyectaban sus películas. Se arruinó y acabó siendo un monstruo alcoholizado. En el genial libro ‘Yo, Fatty’, de Jerry Stahl, se cuenta como Roscoe quería adelgazar, romper para siempre con esa imagen híbrida de bebé y vicioso que le había hecho ser el actor mejor pagado de los años 20. Pero los estudios nunca le dejaron. Le condenaron a ser su personaje.
A la derecha, Houdini. La fotografía es insólita. Houdini es el escapista más grande de la historia pero también debía ser un genio con la baraja en la mano. Sin embargo, apenas hay imágenes suyas con un naipe. Aquí tienen una. Transformar el corazón de Arbuckle en un as es una imagen llena de connotaciones extrañas.
Houdini sentó las bases del espectáculo tal y como lo conocemos hoy. Mercadotecnia, grandes apariciones públicas, el riesgo llevado al extremo, manipulación de masas, las medias verdades elevadas a su máxima categoría, desafíos.
Su muerte siempre me ha dado pena. Houdini solía hacer gala de una forma física extraordinaria. Un espectador le retó a que aguantase un puñetazo en el estomago y él aceptó. El golpe fue tan brutal que le provocó una serie de lesiones internas que degeneraron en una peritonitis mortal. Las casualidades son horribles. Houdini ofrecía siempre más a su público. No estaba dispuesto a detenerse en ese ir un poco más lejos. Les daba todo. Al final le costó la vida.
Y de Michael Jackson lo mejor que se puede decir es que desde hace mucho tiempo parecía confundir la realidad y la fantasía. Debe ser una enfermedad normal en una persona a la que sus padres obligaron a crecer dentro de un videoclip.
Los tres, al final fueron víctimas de su personaje. Pero prefiero quedarme con esa foto. Houdini y Roscoe. Haber podido comer con ellos y haber tenido una sobremesa con martinis, champagne y humo de cigarros. Chistes verdes, indiscreciones, secretos revelados con carcajadas y reflexiones sobre la vida más o menos acertadas. Imposible.