En la magia de escenario, la belleza está atrapada por una paradoja básica. Si la asistente posee una hermosura descomunal, sólo algún enfermo o un fanático religioso prestará atención al mago, aunque saque un elefante de un sobre de sacarina. Pero si la partenaire es un adefesio, el público se sentirá agraviado y pensará que un mago que no actúa con una elegante compañera no es mago. Quizás no es tan bueno, quizás no tiene poderes. Así que la belleza, en un escenario, necesita un equilibrio inestable, algo tan sutil como una brillo que atraiga pero no ciegue. Es casi poesía. Es Zen con chistera.
En este vídeo tienen una solución que propone Lance Burton, un mago que actúa de manera habitual en Las Vegas y que, afortunadamente, se atiene a los cánones clásicos de la magia. Burton convierte a la belleza en la protagonista. Por favor, véanlo entero. Eso es un clímax.