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Oskar Belategui

Gran Cinema

Enrique Urbizu: “Alatriste es lo peor de mi carrera'

 

Han pasado cinco años desde la lluvia de Goyas a ‘No habrá paz para los malvados’ y Enrique Urbizu sigue sin rodar. El director regresaba esta semana a Bilbao para celebrar los 25 años de ‘Todo por la pasta’ con una proyección en el teatro Campos de la mano de la fundación SGAE. Volvía a una ciudad muy distinta a la que dejó para buscarse la vida en Madrid.

– ¿Cómo era aquel Bilbao de finales de los ochenta?
– La principal huella de ‘Todo por la pasta’ es el retrato de la ciudad. Queríamos mostrar un Bilbao puro Chester Himes. La rodamos en el verano de la gran sequía, con cortes de agua. Se ven uniformes marrones de la Policía conviviendo todavía con los azules. Bilbao ha cambiado su prestancia, el golpe de vista. Aquella ciudad postindustrial, en decadencia, del hierro y el astillero se ha transformado en una comedia musical.
– Da la sensación de que ya no hay bajos fondos.
– Son distintos, je, je. Bajos fondos siempre hay, se han trasladado. Antes la frontera entre bajos fondos, actividad social, movimientos obreros y juveniles era muy borrosa. Era un momento de convulsión, estaba todo el mundo moviéndose. San Francisco era un barrio de frontera, de convivencia. Estaba la galería Safi de Álex de la Iglesia y aquellos locos, el caballo de los gitanos y las putas de toda la vida. Mi madre está allí ahora en una residencia recién construida, impecable. Siguen las putas, pero podíamos hacer un parque temático.
– ¿Por qué el cine negro es esencial en su filmografía?
– No sé, supongo que tiene que ver con la infancia, el juego, la atracción por las primeras imágenes que te fascinan en la tele, con las películas de la Hammer… ‘Sed de mal’, el cómic, Chandler, Hammett, Himes, Thompson… Todo eso mezclado con la conciencia de que el cine ha de tratar temas contemporáneos. Y el negro es el mejor género para pegarle un repaso a cómo va esto. Te recuerda que lo más importante no nos lo cuentan nunca. Los ‘thrillers’ te muestran el cableado por detrás del panel. Y hay pistolas, corbatas, bares… Sintácticamente es un género que no admite tonterías ni adornos.
– Cinco años ya desde ‘No habrá paz para los malvados’.
– No he parado de escribir, cuesta ser financiado. Hay varios guiones rulando y estoy desarrollando una serie por encargo de Movistar, ‘Gigantes’, que el año que viene habría que dar motor. Un melodrama criminal sobre un clan con un tono bastante arriesgado.


– ¿Quedó satisfecho de ‘Alatriste’?
– Es una experiencia muy frustrante de la que prefiero no hablar. A veces hablo sobre ella en clase, para contar la verdad a los chavales. ‘Alatriste’ fue el peor trabajo de mi carrera; de hecho, lo que se emitió no era mío en su totalidad. Cosas que pasan en este oficio. Las televisiones son ahí las que mandan.
– ¿Y eso que dicen que el mejor cine se hace hoy en televisión?
– Eso es una chorrada. Se están contando historias magníficas en televisión, atreviéndose a cosas a las que nunca se habían atrevido. Parece que hay signos de autonomía creativa, aunque a mí me parecen engañosos. Las series tienen la gran ventaja de que puedes desarrollar muchísimo los tiempos muertos, las tramas paralelas, la vida de los personajes… Son disfrutonas, me encantan. Pero, ¿HBO produciría ‘Saló o los 120 días de Sodoma’ de Pasolini? ¿Quién está produciendo a David Lynch? Los franceses. La pantalla grande es otra cosa. No puedes intervenir durante la proyección para irte a mear, es una experiencia colectiva… Y eso cambia el lenguaje. Lo que pasa es que en el cine solo están dejando hacer películas de hombres en mallas para un público muy joven. El espectador de casa, repantingado en el sofá, tiene pasta para suscribirse a los canales de pago. Lo que no sé es por qué no se puede hacer ‘The Wire’ en una cadena generalista para el resto de la población, igual es que somos todos tontos y no vamos a entenderla. ‘Ida’, ‘Caballo dinero’… no están en televisión.
– ¿Qué pasó con ‘2014 hijos de puta’, de la que se había hecho ya hasta el casting?
– No hubo acuerdo entre pares. No podía aceptar lo que se me ofrecía y lo dejamos. Teníamos el 70% de las localizaciones hechas. Decir no es tan importante como decir sí. Tampoco vamos a hacer chorradas.
– ¿Se hará algún día? ¿Era muy atrevida una película que arrancaba con el suicidio de un banquero en un campo de golf?
– El contrato contempla que si encontramos una nueva novia podemos recuperar el guion. Era una comedia picaresca con mala leche que contaba cómo la corrupción es transversal. De arriba a abajo, todos pringados. No ponía el dedo sobre nadie en concreto. Además, la tropa está inmunizada con el tema.


– ¿Echa de menos productores independientes?
– Echo de menos al productor cineasta, el que tenía ideas locas, como Andrés Vicente Gómez. Está más capacitado para correr riesgos que el financiero de una empresa que pertenece a un grupo de comunicación.
– Su labor de profesor en la universidad le permite estar en contacto con las nuevas generaciones. ¿Cómo las ve?
– Doy clases en la uni y en la escuela de cine de la comunidad de Madrid, son mejor que ir al gimnasio. Son chavales en un nivel unversitario a los que se les supone unos intereses definidos. A veces se nota que vienen con una edad emocional más joven de lo que éramos nosotros. Cada año ves las prácticas de fin de curso y el que se está examinando también eres tú. Hay razones para la esperanza, lo que les falta es que miren para atrás.

Por Oskar Belategui

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