INMA CUESTA ACTRIZ
‘3 bodas de más’, una comedia políticamente incorrecta, consagra a la popular protagonista de ‘Águila roja’
La comedia española del año tiene en casi todos sus planos a una «payasa», que hasta ahora no había tenido la oportunidad de hacer reír. “3 bodas de más” planta a Inma Cuesta unas gafas de empollona y la somete a la dura prueba de acudir a las bodas de tres exnovios a cada cual más delirante. Quizás el “remake” en Estados Unidos acabe protagonizándolo Sandra Bullock, pero el original español consagra a la popular Margarita de “Águila roja”, enfrentada a una legión de secundarios con gracia -de Paco León a Berto Romero- en una cinta que enlaza el cine de Berlanga con el nuevo humor americano de los hermanos Farrelly o Judd Apatow. La tercera película de Javier Ruiz Caldera tras “Spanish Movie” y “Promoción Fantasma” llega a los cine este viernes.
– ¿Siente esa presión que se supone experimentan las treinteañeras por casarse?
– Yo no. Y eso que soy de un pueblo pequeñito. Quizás esa presión es algo que se crea uno mismo. Ya hemos evolucionado un poco. En mi grupo de amigos no todos están casados ni mucho menos. En todo caso la presión sería por tener niños, y eso ya es peligroso. Sin casarse, eso sí.
– ¿Qué es lo más extraño que le ha pasado en una boda?
– Se casó una amiga cuando yo ya salía en “Águila Roja”. La mujer que oficiaba la ceremonia me reconoció: “Tú eres Inma Cuesta, ¿no? A mi madre le encantas -siempre gusto a las madres, no sé por qué-. Te veo en la tele, tan guapa, y ahora… Es que no tienes ni tetas”. Yo le respondí que si quería tocármelas. Me vio sin corsé y debió perderse. Acabamos en el baño con mis amigas tirándole jaboncitos.
– Usted se considera una payasa que hasta ahora no había tenido la oportunidad de demostrarlo.
– Siempre he sido la graciosa del grupo, la que hacía más tonterías. Me río de mí misma y de todo. Mi hermano y yo somos bastantes guasones en casa. Pero enfrentarte a un personaje cómico con una carrera como la mía, con personajes tan diferentes, y en una comedia tan salvaje era un riesgo. Estaba deseosa de afrontarlo y feliz del resultado.
– ¿Existe un temor a no hacer gracia?
– Evidentemente. Sobre todo cuando estás rodeada de Rossy de Palma, Paco León, Berto Romero… Expertos en el humor. Yo he intentado hacer mi personaje con veracidad y honestidad, como si fuera un drama. Para Ruth no es una comedia lo que le ocurre precisamente… No he intentado hacerme la graciosa. Si actúas de verdad, es cuando resulta divertido.
– ¿Qué ha aprendido de esos cómicos?
– Más que aprendido he disfrutado de su capacidad de hacer reír. Berto Romero ha sido una sorpresa, estoy enamorada de él. Tiene un talento brutal, rápido, ágil. Me encanta el humor inteligente. No intenta hacerse el gracioso, lo es. Y Rossy de Palma, Paco León… He librado un pulso con ellos.
– “3 bodas de más” tiene gags con atropellos, fluidos varios, discapacitados… ¿Es otro tópico que a las chicas no les gusta el humor bestia?
– Yo es que soy un poco especialita. Un amigo siempre se ríe de mis brutalidades: “Te veo tan mona y sin embargo no te importa hacer tonterías”. Quizá las chicas en general tienden a mantener el tipo, pero yo no soy de esas. A algunas mujeres no les harán mucha gracia los gags bestias de la película. En la vida estamos constreñidos por lo políticamente correcto. “3 bodas de más” lo pone a prueba, aunque algunos se queden consternados. Hace falta reírnos y no tomarnos tanto en serio.
– ¿Y cómo ven en Arquillos (Jaén) a la hija del tapicero?
– Con mucho orgullo. Cada vez que voy me enseñan las revistas donde salgo y han visto todo lo mío en la tele. Es un pueblo muy pequeño, una gran familia donde nos conocemos todos. Mis padres son una familia muy normal, no van por la vida de padres de la artista. Cuando empezó “Águila roja” me daba muchísimo pudor, cuando volvía no quería ni salir por la calle. Ahora se ha normalizado y vienen niños a casa a llevarme una flor o algún regalito. “El hijo de no sé quién, que te quiere conocer…”. Es bonito.
– ¿Fue dura la llegada a Madrid, cuando estuvo trabajando en una tienda de Cortefiel antes de protagonizar el musical “Hoy no me puedo levantar”?
– Confieso que no he tenido ninguna etapa dura. Llegué a Madrid con una beca. Seguí formándome, cuando se acabó la beca me puse a trabajar y al año ya estaba en la Gran Vía haciendo “No me puedo levantar”, de protagonista y con Nacho Cano. Un lleno diario de 1.200 personas. El único momento delicado fue dejar el musical, porque consideré que esa etapa había acabado. Desde entonces solo he parado un mes. Ha sido una carrera constante y de progresión continua. Madrid me ha acogido muy bien, he formado una familia de cada película y cada obra. Me siento muy arropada.
– ¿Es verdad que no ha vuelto a pisar la tienda donde trabajó?
– Sí, pero porque no voy por esa zona. Cada vez que paso por un Cortefiel digo, mira, aquí trabajaba yo. No es algo de lo que me avergüence en absoluto. Me encantaba doblar pantalones de pinzas y camisas, me relajaba. Me encanta ordenar la ropa.
– ¿Se puede pasear por la calle saliendo en “Águila roja”?
– Depende del día que te pille. La gente en general es muy cariñosa, aunque a veces me incomoda que saquen el móvil para hacerte una foto sin ni siquiera pedirte permiso. O te gritan “¡Margaritaaa!”. La mala educación. Una vez iba en el tren medio dormida y la chica de enfrente tuiteó mi foto. Me siento invadida.
– ¿Qué tiene que pasar para que un actor abandone una serie de éxito?
– Imagino que notar que has dejado de aprender, sentirte encerrado. Considerar que a largo plazo te perjudica porque te pueden encasillar. Cuando ves a un actor por televisión durante mucho tiempo haciendo lo mismo, sale en una película y sigues asociándolo al personaje anterior. Yo tengo mucha suerte en “Águila Roja”, a pesar de ser una serie de tanto éxito es muy coral y hago un personaje de época. No es una serie que perjudique a los actores, más bien lo contrario.
– ¿Le gusta verse en las revistas del corazón?
– Gracias a Dios no me pasa a menudo, sobre todo porque yo no doy pie a ello. A pesar de la popularidad que me pueda dar la serie no soy un personaje que les interese. No voy a estrenos, no voy a fiestas de moda… La primera vez que me vi en una revista de esas me llevé un disgusto. Después he intentado quitarle importancia. Me respetan bastante. Si ocurre de manera más asidua intentaré protegerme, porque soy muy guardiana de mi intimidad. Por desgracia, forma parte del juego.
– ¿Y tiene compañeros que buscan precisamente salir en esas revistas?
– Hay gente a la que incluso les hace gracia, a mí no. Yo salgo de un set de rodaje y soy Inma. Mi tiempo es para mi gente, no me apetece que invadan mi espacio.
– Tiene 40.000 seguidores en Twitter. ¿Le asusta meter la pata como otros famosos?
– Sí, pero soy una persona muy comedida. Me muerdo la lengua para no entrar en conflictos. La gente a veces es muy inoportuna. Es tan fácil opinar de los demás desde el anonimato… Yo jamás lo haría. Intento no entrar en ese juego.
– ¿Ir al cine es caro?
– ¿Respecto a qué? En la situación que vivimos es caro. ¿Pero cómo se puede bajar el precio de las entradas con este IVA? Habría que acercar el cine a la gente, porque cuando han bajado los precios se ha demostrado que sigue teniendo interés por ir. También es importante hacer una promoción brutal, como la que está teniendo “3 bodas de más”. Ojalá bajaran las entradas. Me emocionaba ver esas colas. Quieren ir al cine, pero no pueden.
– Si un amigo le dice que se ha bajado de Internet “3 bodas de más”…
– Me ha pasado. Una amiga, licenciada y sin problemas económicos, me contó que se había bajado “Primos”. No entiende que esté haciendo algo mal, es un problema educacional. ¿No te das cuenta de que me estás robando?, le dije. Si todos hiciesen como tú yo no volvería a rodar otra película. Tienes que explicarle que la puedes descargar de manera legal, que los actores ganamos mucho pero podemos estar cinco años sin hacer nada. Y que en una película trabajan cientos de personas a las que les estás quitando el pan. Las compañías telefónicas ya te venden la capacidad para descargarte todo… Estamos desprotegidos.
– ¿Qué tal el inglés?
– Es una meta, pero por mí y por mi vida, no por trabajar en Hollywood, nunca he soñado con eso. Lo aprendo por temporadas. Y sé que cuanta más formación tenga, más posibilidades de trabajo vendrán. Si me saliera una película en inglés, estoy convencida de que aprendería los diálogos fonéticamente y los repetiría como un loro. Tengo muy buen oído.
Berlanga en la era Facebook
Inma Cuesta interpreta en ‘3 bodas de más’ un personaje que hace no tantos años hubiera sido masculino: un patán en el amor empecinado en ridiculizarse en sus aventuras sentimentales e incapaz de ver a la persona de su vida cuando la tiene delante. A estas alturas del siglo XXI, ellas también resultan patéticas en sus devaneos amorosos. Sobre todo en esas ceremonias bárbaras que son los bodorrios españoles, donde la presión social de estar felizmente emparejado llega a extremos insoportables.
Que Ruth, la científica consagrada a estudiar las langostas que encarna Cuesta, ha tenido mala suerte con los hombres se entiende al conocer a sus tres ex. Uno es un cretino integral que considera “petit bourgeois” casarse, pero que acaba invitándola a su boda (Berto Romero); otro un surfer vasco vividor y fumeta, encarnado por un irresistible Paco León con acento de Arguiñano; el tercero y no menos inenarrable se ha cambiado de sexo y ahora es una escultural rubia (Laura Sánchez) liada con un cubano.
Entre ceremonia y ceremonia, nuestra patosa heroína tiene tiempo para darse un revolcón con un cirujano plástico que no es trigo limpio (Quim Gutiérrez, omnipresente en el cine español) y con un becario que bebe los vientos por su jefa (Martín Rivas). “3 bodas de más” juega como tantas comedias a humillar a su protagonista para que nos identifiquemos con ella. El mérito de su director, Javier Ruiz Caldera, es fundir mil y una referencias del cine que le ha hecho reír. Saltar en la misma escena de la melancolía al chiste más bestia visto en una cinta comercial en años.
El autor de “Spanish Movie” dibuja sin subrayar una España donde los becarios no cobran y los alcaldes de pueblo promocionan una urbanización con spa en una boda. Berlanga se da la mano con los hermanos Farrelly, los de “Algo pasa con Mary”, cuando una discapacitada en silla de ruedas (Bárbara Santacruz) se muestra la más odiosa de la función. Chistes a cuenta de minusválidos, sí, y también gags con fluidos corporales, bebés golpeados y tacos bien puestos en su sitio. Rossy de Palma, icono almodovariano, como una madre moderna para recordar cuánto le debemos al manchego.
La Ruth de Inma Cuesta es un eslabón más en la cadena de peterpanes que van del “Pagafantas” de Borja Cobeaga a los cuarentones de los filmes de Judd Apatow. “3 bodas de más” consigue lo que no lograba “La gran familia española”: carcajadas. Ambas películas retratan, por lo bajín, un país donde la modernidad no acaba de llegar, donde el chismorreo de la oficina conviven con el Facebook y los vídeos chorras de YouTube. Bajo su apariencia de filme comercial -que lo es-, “3 bodas de más” rezuma talento y amor por el cine.
Entrevista publicada en el Diario EL CORREO el 4 de diciembre de 2013.