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Oskar Belategui

Gran Cinema

“Si eres independiente en este país te dicen que eres de derechas”

JOSÉ LUIS GARCI

DIRECTOR DE CINE

 

Ante una España “en quiebra” se refugia en el pasado, “el lugar más tranquilo que hay”. Garci se despide a lo Sherlock Holmes

“La gente que merece la pena en España está más cerca de la cultura que de la política”

 

 

José Luis Garci (Madrid, 1944) parece sentirse a gusto con su rol de director anacrónico, enfermo de cinefilia, ajeno a modas e industrias. No tiene móvil ni coche. Al iPad le llama “tablilla” y defiende que todo lo que pueda encontrar en «el Internet» ya lo atesora en sus 6.000 libros de cine. “Holmes & Watson. Madrid Days” devuelve el próximo viernes a un cineasta que confiesa haberse despedido del oficio «sin amargura». No le inquietan las comparaciones con el Holmes vitaminado de Robert Downey Jr., ni las ironías que despierta la presencia de Alberto Ruiz Gallardón en un filme escrito junto al actual fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce. Mientras Madrid arde, Garci -camisa blanca impoluta, americana de Ermenegildo Zegna, zapatillas Bikkembergs- pide apagar el aire acondicionado.

 
– ¿Le preocupa defraudar a la legión de seguidores de Holmes?

– En absoluto. Hemos conseguido que nadie vaya al cine y ya da igual si las críticas son buenas o malas. No existe la sensación de fracaso. Yo quería unos personajes que no tuvieran nada que ver con los clásicos, ni el gordito con bigotito, ni el otro con el Macfarlan y la visera doble. Si fuera una película internacional solo hay un actor capaz de interpretarla: Hugh Laurie, el doctor House, con esa ternura encubierta dentro de su causticidad. No quise hacer una película de la Hammer, ni de Guy Ritchie, porque yo no sé rodar peleas y persecuciones tipo James Bond.

– El personaje del periodista, José Manuel Alcántara, homenajea al decano de los columnistas españoles, que cierra a diario EL CORREO.

– Sí. Hablo todos los días con Manolo. El personaje es un buen tipo, como él. Fui a visitarle cuando estuvo enfermo. Era como Don Corleone en el sanatorio: pijama, bata y el alcohol y tabaco que no le estaban permitidos en los cajones. Manolo es mi hermano electo, lo conozco desde hace más de cuarenta años. Es un filósofo que mira el horizonte y te cita a Quevedo. Tiene el don de los adjetivos: coloca uno y no puede ser otro. De las personas que más me han enseñado en la vida.

– Asegura que con “Holmes & Watson” se despide del cine.

– Sí, lo he sentido al filmar cada secuencia, cada plano. Me despido del cine, sin amargura, porque la vida no se acaba con el cine: se puede escribir, leer… Llevo 35 años en esto, soy un director mayor. Cuando no lo esperaba me he encontrado con una película que me ha permitido reproducir mi ciudad, sacar a las chicas guapas -porque yo saco guapas hasta a las monjas-, con una historia que tiene mucho que ver con lo que está pasando ahora. Con el final de una era y el progreso quitándonos muchas de las cosas que merecían la pena. Si ya fuera la gente a verla sería el milagro de los panes y los peces.

– Le ha salido un filme inesperadamente político, amargo. La España que pudo ser y no fue.

– En 1890 estábamos perdiéndolo todo: Filipinas, Cuba… España era un país exótico para Holmes, como la India. No entramos en las dos guerras mundiales y a cambio tuvimos una contienda fratricida que nos hizo retroceder. Yo me refugio en el pasado porque es el lugar más tranquilo que hay. El presente no me interesa.

– Pero están claros los paralelismos con la España actual.

– Vivimos un fin de era en todo el mundo. España es un país técnicamente quebrado, no hace falta haber ido a Harvard para saberlo. Si es una crisis como la de Japón nos quedan diez o doce años para salir. Va a haber una generación que no saldrá de sus casas, morirán sus padres y ellos seguirán allí. Una generación que nunca habrá trabajado. Muy duro para un país que se las prometía en la Champions League y de repente ha bajado a Segunda. ¿Que nos van a ayudar? Ojalá, pero no será agradable.

 

 

– ¿La gente también ha dejado de ir al cine por la crisis?

– No tiene nada que ver con que ahora suban un euro la entrada. Al cine no se va porque se ha perdido la costumbre. Ahora el cine es un electrodoméstico, como la nevera, forma parte del centro comercial. Las películas se ven en casa, la bajas y la robas. ¿Crisis? Vas a San Mamés y está lleno.

– ¿No le provoca dolor saber que las películas no se disfrutarán igual?

– Es el paso de la Historia. Mi padre también me hablaba del circo. Hubo una época en que se cargaban los cafés para poner los mismos bancos que ahora cierran. Todo acaba. En el futuro habrá cines en los museos. El MoMa tiene uno. Y El Prado tendría que tenerlo para dar obras maestras de Buñuel, Berlanga, Ford… Cambian las costumbres. Si de chaval no había hecho la traducción del latín iba preocupado al colegio; ahora quien va asustado es el profesor, porque si pone un cero vienen los padres a echarle la bronca. Se ha perdido el concepto de la ética. Y el del honor, el darse un apretón de manos. Estamos en el imperio de los abogados, una cosa terrible.

– Presume de no tener móvil, ordenador ni coche. ¿Una pose o una forma de resistencia?

– No. Mientras siga vivo soy un hombre de mi tiempo. Decidí no tener coche a los 18 porque me gustan los taxis, aunque lo que me gustaría de verdad es ser rico para tener chófer. ¿Móvil? Vas en el AVE y no paran de hablar sin decir nada: «¡Ya hemos pasado Bobadilla!». Y si necesito algo realmente importante sé que no está en Internet, sino en los libros. Las redes sociales no sé ni lo que son.

– En Twitter hay un falso José Luis Garci con más de 4.000 seguidores.

– Un chiste. Yo no tengo ni correo electrónico. Creo que en Internet hay cuatro tráilers de “Holmes & Watson”. Y yo no he hecho ninguno. Ahora importa más el “making of”, la banda sonora o el libro que la propia película. Sigo escribiendo a mano y muy bien a máquina. Y prefiero ver cine en mi tele de 50 pulgadas que en una tablilla de esas. Admito que es el cuaternario, pero no le hago daño a nadie.

– Guion escrito a medias con el fiscal general del Estado, papelito para el ministro de Justicia… ¿No teme que le consideren el cineasta oficial del Gobierno?

– No. Si lo fuera me darían campañas, le haría “spots” a Rajoy. Y hubiera tenido más presupuesto. Me han dicho tantas cosas… Yo votaba abiertamente al PCE. La historia es más sencilla. Eduardo Torres Dulce es muy amigo mío y pertenece a un club londinense de Sherlock Holmes. Un día paseando por la calle Génova se nos ocurrió traer al detective a España con el “macguffin” de Jack El Destripador. Y cuando cayeron los derechos de Conan Doyle (por eso hay tantas películas y series) retomamos el proyecto. En cuanto a Alberto Ruiz Gallardón, le pedí los permisos para rodarla cuando era alcalde. Se quedó con el guion para echarle un vistazo y pidió hacer de su tío abuelo, Isaac Albéniz.

 

– ¿Le molesta que le adscriban al PP?

– Hace años sí, ahora ya no. Hay gente independiente en la derecha con pasado comunista. Pero un comunismo que no tiene nada que ver con Cayo Lara. Yo dediqué mis libros al poeta José Luis Gallego, que había estado veinticinco años en la cárcel, a Pedro Dicenta… Estaban alejados de los comunistas de ahora, de este que va recorriendo España entrando en casa ajena… Eso no es la democracia. Yo estoy mucho más cerca de la “tercera España” que llamaba Chaves Nogales, la de Marañón, Ortega y Gasset… Hay cosas buenas y malas en la derecha y en la izquierda. Lo que pasa es que aquí ser independiente es como si fueras de derechas.

– ¿Qué piensa de los partidos políticos?

– Nunca he estado en ninguno. No quisiera herir con opiniones, pero la gente que merece la pena en España está más cerca de la cultura que de la política. El que se mete en un partido lo hace como si trabajara en un banco. Y te debes a la disciplina de partido. Nunca he entendido que en el Parlamento todos voten lo mismo. ¿Por qué soy de derechas? ¿Porque hago un programa en Telemadrid que se llama “Cine en Blanco y Negro”? ¿Y cuando lo hacía con el PSOE en La 2? Siempre van a decir cosas de ti, con la edad aprendes a que no te importen.

– ¿Cuándo regresará a la Academia? ¿No le gustaría ver a la profesión puesta en pie, como cuando retornó Almodóvar?
– Álex de la Iglesia me quiso llevar. Y como le dije que no apareció Almodóvar, al que le dieron lo que quería, que se votara de la manera que él defendía. Enrique González Macho ha intentado que vuelva, como lo hizo Ángeles González-Sinde, que es la madrina de mi hija. Yo me marché de la Academia porque alguien se hizo pasar por mí y pidió el voto para “El abuelo”. La presidenta de entonces, Aitana Sánchez-Gijón, ni me recibió. Y todavía estoy esperando una circular para aclarar las cosas. Jamás hablo mal de la Academia, porque ahí están los míos, pero hasta que no vea una rectificación no volveré a darme de alta.

 

 

La España que pudo coger el tren de la Ilustración y no lo cogió

 

 

Nadie en su sano juicio esperará del “Sherlock Holmes” de Garci un héroe de acción en la estela del Robert Downey Jr. de las películas de Guy Ritchie, aparatosas superproducciones con un deslumbrante Londres recreado por ordenador. El sabueso al que presta su apolíneo físico y pulido acento Gary Piquer no corre ni para coger el tren. Lo suyo son las reflexiones y deducciones en voz alta en comandita con un Watson más hispano, al que José Luis García Pérez presta aplomo y vozarrón. Co mo en la buena novela negra, la trama aquí no importa demasiado. Los crímenes se suceden fuera de campo. Y tampoco trasciende demasiado si Jack el Destripador se ha ido a vivir a la España de Lagartijo y Frascuelo.
“Holmes & Watson. Madrid Days” desprende un inesperado pesimismo en un cineasta rematadamente nostálgico. Puede haber añoranza por las formas del pasado, por las comilonas en Lhardy, las redacciones de periódicos con linotipia y las calles empedradas del Madrid de los Austrias húmedas de bruma y alcohol. Pero la sensación general es de desesperanza por un país que pudo coger el tren de la Ilustración y no lo cogió. Huele mal en la morgue que visitan los protagonistas y en los despachos de los políticos, que recalificaban y servían al vil metal con tanto tesón como en nuestros días. Mira tú por dónde, al “carca” de Garci le ha salido una película política.
Lástima que un filme orgullosamente a contracorriente quede enturbiado por una pobreza visual indigna de un cineasta de su experiencia. Las dificultades en el rodaje se cuelan en escenas filmadas con tal planicie que parecen salidas de un “Estudio 1”. Ni un ramalazo imaginativo a la hora de contar en imágenes, por no hablar del demencial planteamiento lingüístico cuando nuestros héroes, de pronto, pasan a hablar en inglés en una conversación de aires “chanantes”.

 

(Entrevista publicada en el diario EL CORREO el 31 de agosto de 2012)

 

Por Oskar Belategui

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