Vale, lo confieso. Llevo varios días enganchado al último capítulo de una de las franquicias automovilísticas más emblemáticas del mundo de los videojuegos. Y todo ello teniendo en cuenta que, hace tan sólo un año, un servidor pensaba que Need for Speed iba a pasar a mejor vida tras el fiasco de sus dos anteriores entregas. Vamos, que eran tan malos que parecía ya imposible resucitar a una de las sagas pioneras en hacernos participar en carreras ilegales en nuestros coches debidamente tuneados mientras escapábamos de la policía. Un cóctel de lo más divertido. Pues bien, ahora Electronic Arts pone el cuentakilómetros a cero y, como hiciera hace algunos años con su FIFA, realiza con Shift una propuesta lúdica totalmente nueva donde los más veteranos del lugar, entre los que me encuentro, echarán de menos muchas cosas. Y cuidado, porque con esto no quiero decir que sea un mal juego. Todo lo contrario. Pero creo que, en líneas generales se aleja del espíritu que forjó la leyenda de este arcade, nunca fue un simulador, sobre cuatro ruedas. Dicho esto, nos encontramos con un producto enormemente divertido -tanto en sus modos historia, carrera casual y competiciones online- que explota a conciencia el potencial gráfico de las máquinas con gráficos de última generación. Y eso, y no otra cosa, era lo que se le pedía a gritos a la multinacional canadiense.
Como es tradicional en Need for Speed, tenemos que adelantar a nuestros adversarios para convertirnos en el rey de la pista pero esta vez en carreras profesionales. De esta forma, se elimina el tráfico real y a la policía como factores de riesgo. Una pena. Por el contrario, ganamos en visibilidad ya que los 18 recorridos se realizan a la luz del día, no como en otras entregas más noctámbulas, y en espectacularidad ya que nos movemos por espacios abiertos como sentido homenaje a los inicios de la saga. Precisamente, aquí es donde comprobamos el auténtico potencial de Shift, ya que muchas veces nos quedaremos totalmente impactados por la belleza del entorno aderezado por unos acertados efectos lumínicos. Merece la pena recorrer estos lugares, algunos de ellos tan conocidos como Londres o Tokio, sin prisas para no perdernos esos pequeños detalles que hacen grande a un juego. Y, como no podía ser de otra forma, el fantástico despliegue visual se redondea con el realista modelado de los coches ya que los 65 modelos de marcas automovilísticas conocidas por todos están perfectamente representados. Y lo mejor es que vemos como se van deteriorando a medida que tenemos esos pequeños accidentes que surgen en cada carrera y que son la salsa de este tipo de juegos. Los rayones de la pintura, las ventanillas rotas y los bollos comenzarán a aflorar en nuestro vehículo como por arte de magia dependiendo de nuestra destreza al volante. Menos mal que después podemos repararlos para que parezcan como nuevos en la próxima carrera. En ese sentido, podemos también tunearlos aunque este aspecto no tiene tanta importancia en los añorados Underground o Most Wanted.
Respecto a la conducción, es de lo más intuitiva y aquí es donde se nota la experiencia acumulada en estos 16 años. También la colaboración de otros profesionales procedentes de compañías dedicadas a simuladores automovilísticos como GTR también ha ayudado mucho. Claro que hay que coches más fáciles de manejar que otros, como en la vida real, pero todos ellos responden perfectamente a nuestros deseos lo que evita que nos desesperemos por no ser capaces de tomar esa curva cerrada que nos hace salirnos una y otra vez de la calzada. Y un consejo, merece la pena utilizar la vista interior para realizar las labores de pilotaje ya que es una de las más espectaculares que he visto en mucho tiempo. Los salpicaderos de los diferentes vehículos están recreados al más mínimo detalle y nos permiten hacernos sentir que realmente estamos conduciendo un deportivo. En ese sentido, la sensación de velocidad que transmite el conjunto que se despliega ante nuestros televisores es, sencillamente, impagable. Mención aparte merece la perdida de visión cada vez que sufrimos un accidente como si realmente estuviéramos desorientados. Son sólo segundos que pueden ser cruciales en una carrera a contrarreloj. Además, el hecho de adaptar este juego a través de sencillos menús al nivel de los usuarios, siendo más o menos arcade a base de activar ayudas a la conducción, lo hace accesible a todos los públicos. Y podría así extenderme hablando de las grandes virtudes de Shift, como sus excelentes efectos sonoros, y sus defectillos como sus bajadas de frames sobre todo en la versión para la PS3, pero lo que está claro es que Need for Speed ha vuelto por sus fueros. Y eso, amigos, es una gran noticia.