Lo confieso. Me apasionan los vikingos. No en vano, uno de mis superhéroes favoritos era el inigualable Thor, que debe ser de los pocos de la factoría Marvel que todavía no cuenta con su inevitable adaptación cinematográfica. Así que Viking: Battle for Asgard lo tenía todo para gustarme. Y, sinceramente, este videojuego de Creative Asembly, distribuido por Sega, es una de las agradables sorpresas del año que ya podemos encontrar en las tiendas para PS3 y Xbox 360.
Os cuento. Vinking, para abreviar, bebe de las fuentes de la mitología nórdica para hacer un videojuego con escenas de acción a raudales y francamente divertido. Los dioses vikingos andan a la gresca por el control de Asgard y meten en la trifulca a los pobres mortales. Skarin, un impresionante guerrero, será el representante de la diosa Freya en el campo de batalla del reino de Midgard contra las fuerzas comandadas por Hel, hija del dios Loki, y repudiada por Odin.
Como podéis imaginar, el argumento es una excusa para enfrascarnos en una larga sucesión de combates épicos, ya que nuestro protagonista se tiene que enfrentar a todo tipo de inimaginables enemigos en espectaculares escenarios. En ese sentido, el juego sigue los pasos de la saga Gods of war, ambientada como ya sabéis en la mitología clásica, pero sin llegar a ser una calcamonía. Viking se limita a dar lo que promete: acción en tercera persona y luchas sangrientas, ideales para desestresarse después de una dura jornada.
Pero no sólo de matar vive el hombre. También llegaremos a invocar dragones, interpretaremos runas, usaremos todo tipo de objetos para potenciar nuestro poder destructivo y aprenderemos nuevas técnicas de combate. Y todo ello con unos gráficos excelentes adaptados a las máquinas de última generación a las que va dirigido. Así se nos presentan en pantalla un buen número de personajes muy bien definidos en unos escenarios elaborados con todo lujo de detalles sin que la velocidad de la acción llegue a resentirse por ello. En definitiva, un juego sobresaliente en todos sus aspectos que lo hace digno del mismo Odin.