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Julio Arrieta

Gabinete secreto

Forteana darwiniana

En un capítulo de ‘El libro de los condenados’ dedicado a enumerar lluvias de toda suerte de bichos, porquerías y anormalidades, Charles Fort escribe que en 1832, “a bordo del ‘Beagle’, en la embocadura del río de la Plata, pero a cien kilómetros de tierra, Darwin vio un gran número de arañas cruzar los aires como si fueran minúsculos aeronautas pegados a sus filamentos, denominados a veces ‘hilos de la virgen’, a las que el viento empujaba a buena velocidad”. Ver a Darwin citado por Fort puede hacer fruncir el ceño a cualquier lector que tenga cierto espíritu escéptico. Yo lo tenía -el espíritu ese-, pero creo que lo perdí en el metro o en el paragüero de un restaurante.
Sin embargo la referencia es auténtica. El incidente aparece recogido por Darwin en su ‘Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo’, en el capítulo VIII, y es indexado como ‘arañas aeronautas’, por delante de otro suceso tan o más forteano titulado como ‘fosforescencia del mar’. En la entrada del 6 de diciembre Darwin dice: “Por la mañana el aire estaba lleno de copitos de telaraña lanosa, como en un día de otoño en Inglaterra. El barco distaba de tierra unas 60 millas. (…) Un gran número de pequeñas arañas, de 2,5 milímetros de longitud y color rojo oscuro, estaban pegadas a las telas. Calculo que habría algunos millares en el barco”.


diciembre 2008
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