Medio mundo está hablando estos días de la entrevista de Vulture a Quincy Jones, y lo cierto es que lo merece: el veteranísimo músico y productor, a punto de cumplir los 85, se despacha a gusto sobre cuestiones como Marlon Brando («se follaba cualquier cosa, se habría follado un buzón»), John Coltrane (sostiene que todas sus supuestas innovaciones estaban ya en un libro de Nicolas Slonimsky que siempre llevaba consigo), el asesinato de Kennedy (fue cosa del mafioso Sam Giancana y él lo sabe a ciencia cierta) o los Beatles («eran los peores músicos del mundo»). El hombre se ceba especialmente con el bueno de Ringo, un «gran tipo» que se tiró tres horas tratando de grabar un arreglo de batería que, después, un músico de jazz solucionó en quince minutos. «Ringo dijo: ‘Pues no ha quedado tan mal’. Y yo le dije: ‘Claro, cabrón, porque no eres tú’».
Por supuesto, también habla de Michael Jackson, y le acusa de plagiar más o menos descaradamente a todo bicho viviente. Aquí llegamos a lo que más me ha interesado a mí de la entrevista, porque soy así de anormal: como ejemplo de esa propensión de Michael al robo, Quincy Jones comenta que las bases de Billie Jean salen del State Of Independence de Donna Summer. Pero ocurre que ese tema es una versión: el original es de Jon & Vangelis, nada menos, y está incluido en su álbum de 1981 The Friends Of Mr Cairo. El parecido es muy relativo, pero al escucharlo se entiende perfectamente el parentesco que invoca Jones. «Las notas no mienten», argumenta él. Y qué quieren, me ha hecho mucha gracia ese vínculo inesperado entre mi canción favorita de Michael Jackson y un tema de Vangelis y Jon Anderson, a quienes trato de reivindicar siempre que puedo.