Antes de nada, debo reconocer que una colaboración entre Sean Lennon (el hijo de John) y Les Claypool (el líder de Primus) me inspiraba infinita pereza. Seguramente era una sensación injusta y, en el caso de Lennon, fruto del prejuicio, porque la verdad es que he seguido muy poco su carrera: más fundamentado estaba el lado Claypool del asunto, ya que Primus y, más concretamente, su bajo hiperactivo me provocaron tremendos mareos en más de una ocasión allá por los 90. El álbum que han grabado juntos como The Claypool Lennon Delirium es justamente eso, un delirio de psicodelia cósmica y bastante pasada de rosca, que se abre con El monolito de Fobos (por una gran roca que hay en la superficie del satélite marciano) y se cierra con un tema titulado En el espacio no hay ropa interior.
Pero me ha cautivado Bubbles Burst, una de esas canciones que imponen una especie de respetuoso silencio mental desde su arranque, que ya parece anunciar que se aproxima algo serio. Muy serio, aunque la letra vaya sobre Bubbles, el chimpancé de Michael Jackson: «Hinchándose a caramelos / y vestido como un dandi, / a Bubbles le trataban / como a ningún otro chimpancé, / transportado a un planeta hecho de juguetes, plátanos y juegos», dice el estribillo, con esa conclusión que me suena terriblemente triste: «Las infancias terminan y las burbujas explotan». Ocurre que Sean Lennon sabe bien de lo que habla, porque él fue uno de aquellos niños que frecuentaban Neverland en los 80 y estuvo más de una vez con Bubbles: «El lugar entero daba la impresión de encontrarse en alguna tierra fantástica de Peter Pan. Y se entendía que, cuando Bubbles se hiciese demasiado viejo, tendrían que deshacerse de él, porque los chimpancés se vuelven adultos malhumorados o peligrosos. Era algo en lo que veía reflejada toda la situación: a Michael le gustaba pasar el rato con chavales, porque son inocentes y divertidos. Después, cuando te haces adulto, es como si fueses un chimpancé: demasiado viejo para jugar más contigo», ha analizado en una entrevista con la NPR.
Finalmente, parece obligado hablar del vídeo, que tiene indignadísimos a muchos fans de Michael Jackson. Lo protagonizan el ídolo y el chimpancé, interpretados por Noel y Michael Fielding, y viene a ser una farsa de cine mudo en la que Michael no parece muy equilibrado. «Es una manifestación oscura y cómica que surge más de la canción que de la vida real, como un reflejo de un reflejo. Creo que, como poema visual, representa algo real: Michael era solitario, era extraño y tenía intereses extraños», ha justificado Lennon. A mí me parecen imponentes tanto la canción como el vídeo, pero creo que, como de costumbre, disfruto más de la primera si no estoy viendo el segundo. Bubbles, por cierto, sigue vivo: tiene ya 32 o 33 años y reside desde 2005 en un centro de Florida dedicado a los grandes simios, donde se ha hecho muy amigo del chimpancé de Ace Ventura.