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El concierto de Dylan para un solo espectador

 

Sin duda, la noticia musical más curiosa del día es esa de que Bob Dylan ha dado un concierto para un solo espectador. Y no es que el poder de convocatoria del huraño Bob haya caído a mínimos históricos: la actuación estaba organizada por un programa de televisión sueco que se titula Experiment Ensam, algo así como Experimento Solo, y que consiste en poner a una persona a disfrutar en solitario de cosas que suelen desarrollarse en medio de una multitud. A Fredrik Wikingsson, superfán de Dylan, le tocó el premio gordo, o más bien jugó con ventaja, porque es amigo personal del director. Así que acabó en Filadelfia, como único ocupante del patio de butacas de la Academia de Música, mientras Dylan y su banda interpretaban un repertorio inusual con versiones como el Heartbeat de Buddy Holly o el Blueberry Hill de Fats Domino.

La cosa tiene su interés como estudio psicológico. Vale, puede que no tanto, pero sí más que Gran Hermano. El bueno de Wikingsson, que no había podido ni comer de los nervios, se sentó centrado en la segunda fila, porque plantarse en la primera le pareció apabullar, y en determinado momento se sintió obligado a gritar algo a los músicos, para mitigar lo antinatural de la situación: «¡Qué bien sonáis, tíos!», les dijo. Y entonces sucedió lo verdaderamente extraordinario del concierto, más aún que el patio de butacas desierto: ¡Bob Dylan se echó a reír! Eso sí que ha de ser una visión alucinante e inolvidable. «Tengo dos hijos y sus nacimientos fueron fantásticos, pero que él se riese en el escenario por un puto comentario birrioso que había hecho yo fue increíble», ha declarado el sueco a Rolling Stone. También ha confesado que casi lloró durante un solo de armónica, que no fue capaz de reconocer una de las canciones y que esa noche estuvo en un karaoke, destrozando temas de Dylan ante más espectadores de los que había tenido él. Aunque, como siempre, hay que puntualizar que la soledad en estos asuntos es relativa: alguien manejaría las ocho cámaras que grabaron el íntimo evento.

Hay un tráiler del programa, pero he pensado que a lo mejor prefieren ver, o entrever, a Dylan riéndose, aunque sea con ayuda química.

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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