El álbum que contiene esta canción salió en marzo, así que no puedo presumir de estar presentándoles ninguna novedad, pero yo no había escuchado siquiera a Fenster hasta hace quince días, y quizá jamás habría llegado a hacerlo si no fuera porque esta misma noche actúan en el Bilboloop. Las bandas internacionales que participan en este festival suelen tender a lo bailable y lo hedonista (es una generalización, ya) y en ese entorno la propuesta de Fenster sobresale particularmente: lo suyo es un pop atmosférico, con cierta textura de vanguardia, que saca excelente partido de las guitarras espectrales, los teclados retro y los ruiditos inesperados. Su sello, Morr Music, describe el álbum como «un oscuro cuento de hadas», y desde luego algo de eso hay.
Fenster (que, en alemán, significa ventana) es un cuarteto berlinés formado por una estadounidense, un alemán, un francés y un británico. Su segundo álbum, The Pink Caves, se abre con tres canciones magníficas, todas ellas melancólicas e insondables: yo quería colgarles la primera, que tiene una introducción preciosa, pero no la encuentro por ningún lado, así que ahí les va la segunda. Se titula Búhos de domingo y es una composición lenta, espesa y borrosa, que son tres adjetivos que pueden ser buenos.