La verdad es que han tardado mucho. La editorial Faber publica mañana un bonito volumen que recopila escritos de Ian Curtis, tanto letras de Joy Division –algunas de ellas, reproducidas también en su versión manuscrita– como otras piezas que dejó por ahí a su muerte. Y sí, me sorprende que hayan tardado tanto: en mayo se cumplieron 34 años del suicidio de Curtis, que se mató cuando tenía 23, y a lo largo de este periodo de tiempo su mito ha ido agigantándose como solo sucede con los artistas difuntos, cuya leyenda no tiene que asimilar ya las ocurrencias y los disparates propios de los vivos. El libro, en elegante tapa dura, se titula So This Is Permanence (como el primer verso de 24 Hours, una de mis canciones favoritas de Joy Division, que a su vez son uno de los dos o tres grupos clave de mi vida) y ha sido seleccionado por el periodista musical Jon Savage y la propia viuda de Ian, Deborah Curtis, que se ocupa del prólogo.
La participación de Deborah, protagonista a su pesar del himno Love Will Tear Us Apart, ha dotado de cierto interés añadido a los artículos de presentación del libro, en los que ella está evocando al primer Ian que conoció: nos hemos acostumbrado a ver a Joy Division con esa estética suya tan sobria y gris, como de la RDA, pero Deborah evoca a un Ian que «llevaba maquillaje de ojos, vaqueros ceñidos y una cazadora de piel sintética». Por lo visto, el hombre también tenía la costumbre de cargar con una bolsa de plástico en la que transportaba sus escritos, algo que siguió haciendo cuando Joy Division empezaron a despuntar. Deborah se muestra convencida de que a su marido le ajustaba mucho mejor el traje de literato que el de rockero: «Crecimos viendo programas de pop en la tele –ha declarado al Guardian–. La faceta de estrella del rock era parte de aquella era y la poesía se consideraba pasada de moda. Ponerle música parecía una progresión lógica, pero no creo que la fama y la vida en la carretera fuesen mucho con él. Creo que habría seguido escribiendo aunque no quisiese actuar más y, a los 40 o los 50, probablemente habría escrito un libro estupendo».
Así que esto es la permanencia…