La británica Jane Weaver se lanza en Argent a una de esas extrañas colisiones de géneros que acaban resultando increíblemente naturales, fluidas, lógicas. El resultado viene a ser como si Neu! se pusiesen a tocar folk, o como si el primer Mike Oldfield versionase el Mother Sky de Can, pero los ocho minutos del tema no solo dan para melodías contemplativas y bases de propulsión imparable: también hay, por ejemplo, un inesperado solo de saxofón, que es uno de los toques que han aportado a Argent los australianos Cybotron, mítico grupo de space rock que yo creía disuelto en el éter. El conjunto me parece hipnótico y cautivador: miren que la canción es larguísima, pero aun así me deja siempre con ganas de que siga y siga y siga y siga. Menos mal que, a base de reproducciones en bucle, he logrado extenderla más allá de la media hora.
Argent pertenece al sexto álbum de Jane Weaver, cuya carrera no controlo nada, y lo mejor es que mi enganche me ha llevado a escuchar algunos de los anteriores y también me han gustado un montón. Leo que está casada con Andy Votel, cabeza del sello Finders Keepers, del que hemos hablado por aquí más de una vez, y desde luego comparte con él ese gusto por rebuscar y reutilizar las perlas que han quedado olvidadas en los márgenes de la corriente principal del rock. Creo que me he hecho fan.