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Clásicos con nuevos aires

Les traigo a dos artistas que, en sus nuevos discos, se dedican a dar su visión personal de música ajena. Se trata de dos grabaciones que, además, provocan unos efectos psicológicos más o menos opuestos en el oyente, ya que, mientras que una versión opta por volver más ásperas unas canciones que ya implicaban cierta tensión, la otra apuesta por ralentizar composiciones que de partida resultaban raramente sedantes. Y dejo ya de merodear alrededor del tema como un abejorro indeciso.

El primero de nuestros protagonistas se hace llamar Herr Entweiherr y, no contento con eso, graba bajo un nombre de grupo, Die Entweihung, que viene a significar La profanación. O eso dicen, al menos, los diccionarios online. Con ese bautismo y tratándose de un blackmetalero, uno tendía a pensar que sus versiones de temas de Joy Division iban a ser una cosa deformante y expresionista, pero en cambio el hombre actúa con respeto casi reverencial: en su tributo a la banda británica, titulado Despair Division, el músico israelí ha sometido nueve temas a su tratamiento personal, en el que no faltan voces rasposas, guitarras metálicas y, ejem, tecladillos. Yo habría preferido algo más sacrílego, pero no dejan de ser curiosas sus pequeñas transgresiones con temas como Transmission

 

 

Y nuestro otro protagonista aplica su visión a un clásico de verdad. Philip Corner es un ilustre compositor y multiinstrumentista estadounidense, nacido en los años 30, que estudió con Olivier Messiaen, fue colega de John Cage y estuvo entre los fundadores del movimiento Fluxus. Siempre ha mantenido una relación muy estrecha con la obra del compositor francés Erik Satie, el del retrato dadaísta de arriba, pero a la vez sentía desazón porque, a sus oídos, las interpretaciones canónicas de sus piezas sonaban demasiado trepidantes, rapidísimas, apresuradas. Sí, sí, hablamos de Satie, el hombre que suele dignificar los recopilatorios de yoga y relajación, pero Philip Corner quería todavía más lentitud y más hueco para los silencios. Así que, ya harto, editará después del verano Satie Slowly, un doble álbum en el que «da pleno sentido a la indicación ‘lento’», según su discográfica. Así de letárgica, y de bonita, le queda la primera gymnopédie.

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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