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Mr. Pizzy, tantos buenos ratos

Cuando cierra uno de nuestros bares favoritos, de algún modo sigue abierto en nuestra memoria: a falta de visitas reales, siempre podremos atravesar esas puertas del recuerdo y recuperar la felicidad que alguna vez sentimos allí, porque cada local proporciona una felicidad distinta y particular. Este fin de semana se ha despedido uno de mis bares favoritos del mundo entero, que por supuesto estaba en Logroño, y mi doble condición de emigrante y padre me ha impedido estar presente en la traca final: hablo del Mr. Pizzy, establecimiento singular y bastante majara que, en esa especialización de las felicidades hosteleras, se dedicó a devolvernos lo mejor de nuestro pasado y reconciliarnos con lo peor. Ya lo he mencionado un par de veces en el blog, a raíz de dos de las canciones que solían escucharse (y verse) allí, pero el espectro musical y videográfico del Pizzy era una cosa inabarcable y sorprendente, donde Sabrina Salerno se codeaba con Decibelios, Toy Dolls con Laibach, los Smiths con Carl Lewis, Devo con Mike Oldfield, La hora chanante con Hermeto Pascoal (¡y su hermano!), La Mode con Renato Carosone, Miguel Bosé con Barnes And Barnes… Ya que no pude acudir, quería al menos dar las gracias por tantos buenos ratos y tanto buen trato, y decir que de vez en cuando seguiré volviendo a tomar unas cervezas, o un licor de alcachofa, en mi Mister Pizzy mental. ¡Nos vemos, muchachos!

Por supuesto, esto de abajo siempre me hará pensar que es la hora del cierre. Y, lo que es peor, no podré escuchar otra versión sin acordarme de esta…

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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