A algunos artistas les gusta ponerse las cosas difíciles. Tampoco les voy a decir que esos sean los únicos artistas que merecen la pena, porque a mí también me encantan músicos que se dedican fundamentalmente a hacer siempre lo mismo, pero sí es verdad que la disposición a exponerse y explorar es un valor admirable que nos permite descubrir emociones nuevas. Puede parecer raro que suelte todo esto para presentar un álbum de versiones, que en tantos casos sirven como recurso cómodo para rellenar un periodo improductivo, pero Sílvia Pérez Cruz (ya saben, la que fue primera cantante de Las Migas y voz de Blancanieves) y Raül Fernandez Miró (ya saben, el hombre conocido también como Refree) se han lanzado sin redes ni arneses a interpretar un repertorio muy arriesgado: por su dificultad, por su diversidad, por la perfección o la marcada personalidad de los originales…

En esencia, Granada (que así se titula el álbum, en referencia simultánea a la fruta y el explosivo) es un disco de voz y guitarra, austero y riguroso, en el que contadísimas veces asoman otros arreglos. Y así, en plan íntimo pero sin renunciar a la aspereza, Sílvia y Raül van buscando las tripas a temas de Edith Piaf (Hymne à l’amour), Violeta Parra (un imponente Puerto Montt está temblando), Schumann (Im Wunderschönen Monat Mai), Fito Páez (Carabelas nada), Leonard Cohen (el Pequeño vals vienés reconfigurado por Enrique Morente), el propio Morente (Que me van aniquilando), Novos Baianos (Acabou chorare), Lluís Llach (Abril 74) o incluso un medley del primer Albert Pla. Sé, porque a mí también me pasa, que algunos de ustedes sienten ciertos recelos ante este tipo de álbumes elogiados unánimemente por actores famosos, modernos de blog y locutores de magacín radiofónico, pero Granada me parece una buena ocasión para dejar de lado los prejuicios tontorrones. Digan no a la coolfobia.

Aquí tienen un mínimo aperitivo, con el otro Schumann del lote, Aus meinen Tränen sprießen, acompañado de una granada explosiva.