No voy a negar que lo primero que me atrajo de Amaya Laucirica fue el nombre. Cuando uno está leyendo un blog de novedades discográficas australianas, sorprende toparse con algo tan evidentemente vasco. Y sí, en efecto, Amaya es hija de un vasco que emigró a Australia y acabó trabajando en una papelera de Millicent, un pueblo situado en el sureste del enorme país. Allí creció Amaya, aunque al hacerse mayor emprendió una itinerancia por las grandes ciudades australianas: primero se marchó a Adelaida y después a Sídney, para asentarse finalmente en Melbourne.
Amaya acaba de editar su tercer álbum, Sway, y se la traigo por aquí porque, además de vasca (o hija de vasco, depende de cómo se tomen ustedes esto de la vasquidad), también es buena. Sway está producido por David McCluney, un hombre que ha trabajado con Nick Cave, Robert Foster o Mick Harvey, y nuestra protagonista compone y canta una especie de pop propenso a las ensoñaciones, los susurros y los tonos oscuros, como una versión más comercial de los sonidos vaporosos y narcotizados de Mazzy Star. «Siempre me ha gustado la música con mucho espacio», explicó hace un tiempo a la revista Small Werld. Aquí tienen el primer sencillo extraído del álbum, Found Some Secret.