Me he pasado toda la semana borrado del mapa por culpa de unos estreptococos, que son unos bichos muy poderosos, capaces incluso de suscitar rechazo por el rock and roll: entre la fiebre y el malestar general, me molestaba hasta la música, y creo que he batido mi récord de silencio de los últimos veinte o treinta años. Pero, en uno de mis breves paréntesis de lucidez, me topé con un escocés llamado Algernon Doll. Bueno, en realidad se llama Ewan Grant, y lo de Algernon Doll es un nombre artístico tomado de un cuento sobre un ratón inteligente, o algo así. Perdonen si me extravío, pero es que todavía tengo el cerebro hecho pulpa.

En fin, de Ewan se suele destacar su trastorno bipolar y sus problemas de ansiedad, que le llevaron a titular uno de sus álbumes con un homenaje a un medicamento antidepresivo, pero eso no es muy relevante y puede conducir a engaño: su música parece muy centrada y, al menos en esta canción, no resulta particularmente tristona. El tema en cuestión se titula Spilt Milk Perfume, sirve como sencillo de adelanto para su tercer álbum, tiene una guitarrita preciosa y, a partir de los dos minutos y medio, entra en una fase un poco enloquecida, a menos que sea mi fiebre la que ha introducido las turbulencias.