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Cinco de 2012

 

 

La gran novedad de este año en mis hábitos de escucha ha sido la incorporación masiva de Spotify, que me ha llevado a oír muchos más álbumes nuevos de los que tenía por costumbre. Siempre he sido un picoteador musical, y mi propensión a abarcar más de lo que puedo me lleva a profundizar en pocas cosas, pero con Spotify este vicio mío se ha desbocado. ¿Recuerdan la selección de listas de lo mejor del año que les recopilé ayer? Pues bastantes de esos álbumes egregios, de calidad contrastada por oyentes muy distintos y muy distinguidos, han pasado en algún momento por mis oídos sin causar mayor impresión ni dejar ningún recuerdo. Seguramente, si les hubiese dedicado más tiempo, habrían acabado floreciendo, como suelen hacer los discos cuya calidad no es de eficacia inmediata. Siempre pongo el mismo ejemplo, pero es que es el mío: Closer, de Joy Division, se convirtió en uno de mis discos favoritos de todos los tiempos porque había invertido en él mis ahorros de quinceañero y no tenía dinero para más elepés, así que seguí escuchándolo pese a que mi primera impresión había sido de incomprensión y desagrado. A lo mejor empecé a pillarle el punto en la décima reproducción o así.

Pero, de todas formas, hay unos cuantos álbumes que me han gustado mucho este año, y algo tendrán cuando han logrado imponerse a la máquina barredora de las novedades semanales. La tradicional lista de cinco discos favoritos ha quedado un poco rara, pero ya me estoy resignando a que siempre sea así: hay dos discos de pop-rock, dos de la periferia metálica (aunque no tengo muy claro que ninguno de los dos sea propiamente metal) y uno de pop electrónico. Los firman una solista, dos dúos, un trío y un cuarteto. Ahí van.

 

Aluk Todolo – Occult Rock
Lo más blackmetalero del doble álbum del trío francés son los primeros cuatro minutos, una introducción a piñón fijo que parece tener el propósito de ahuyentar a los espíritus impresionables. Pero, en el resto de esta suite instrumental, ese estilo sirve más bien como punto de partida, como ingrediente de base para una exploración que tiene que ver con el rock progresivo alemán de los 70, pero también con el jazz o, en fin, con un blues rock al que le hubiesen extraído toda la sangre blues y le hubiesen convertido en torturado vampiro.

 

Grimes – Visions
Hace un par de semanas escuché Oblivion como música de fondo en el supermercado de mi barrio. Y la verdad es que, aunque el sencillo de Grimes (igual que su canción compañera, Genesis) tiene todos los méritos para sonar en entornos que exijan hermosa melodía y cierta ligereza, no deja de sorprenderme que haya llegado hasta el Simply, o quizá fuese el Eroski. El álbum tiene ese desaliño propio de Claire Boucher, la chica de la foto de arriba, que lo ha cocinado en soledad, pero al final la desorganización acaba convirtiéndose en otra de sus virtudes, como si estuviésemos ante una caja de sorpresas que no deja de revelar dobles fondos con riquezas nuevas. La duendecilla tecnificada canadiense hace pop del siglo XXI, sin intermediarios que intenten pulir o normalizar lo que está mejor así.

 

Tu Fawning – A Monument
Con este cuarteto de Oregón me está pasando lo mismo que me ocurrió el año pasado con los Gold-Bears: esperaba encontrármelos triunfantes en un montón de listas de lo mejor del año, y resulta que aparecen en muy pocas. Lo suyo viene a ser gospel indie, anguloso, más bien angustiado y con un punto ritual, sobre una instrumentación variadísima pero jamás sobrecargada. Más allá de estar encabezados por la rubia Corrina Repp, no sé si se ajustan mucho a esa definición de «ABBA apocalípticos» que les ha colgado su discográfica, pero desde luego logran combinar de forma magistral lo cautivador y lo enigmático.

 

Espanto – Rock’n roll
Esta incorporación de última hora ha robado el puesto en la lista al Ceremonia de La Bien Querida. Espanto son paisanos míos, de Logroño, pero no piensen que los he aupado por orgullo localista: de hecho, creo que hasta ahora les había prestado menos atención de la merecida precisamente por su procedencia, que me hacía desconfiar, porque (no nos engañemos) la huella de mi ciudad en la historia del pop rock no es precisamente gloriosa. Y yo me lo perdía, tonto de mí. Es tradicional citar a Vainica Doble al hablar de este dúo (y su eco puede apreciarse en temas como Sonámbulamente), pero este álbum tiene muy poco que ver con esa referencia manoseada: el disco viene a ser un canto al rock and roll, no sé hasta qué punto irónico, en el que se codean guitarreos glam, baladas hipnóticas o ese I Feel Love riojano que da título al álbum.

 

Hail Spirit Noir – Pneuma
Hay voces rasposas, propias del metal contemporáneo, pero uno podría pensar perfectamente que la mayor parte de este álbum está grabado hace cuarenta años. Hasta los blast beats de la batería tienen un aire más jazzístico que blackmetalero. El dúo griego Hail Spirit Noir, de Tesalónica, viene a plantear un juego de ficción histórica que transporta el black metal a los años 70, con resultados sobresalientes en su replanteamiento de lo que al fin y al cabo es rock progresivo. Supongo que a algunos oyentes les puede resultar demasiado desconcertante y a otros, simplemente grotesco, pero a mí me entusiasma. Y me hace desear más colisiones insólitas entre géneros.

 

A las puertas de la lista se han quedado La Bien Querida, Jenny Scheinman, The Men, Los Evangelistas, The Limiñanas y Earth. Y también me han gustado mucho los discos de A Place To Bury Strangers, Neil Young & Crazy Horse (Psychedelic Pill, no Americana), The Fresh & Onlys, Cate Le Bon (Cyrk II, que el primero me convence menos), Pye Corner Audio, Él Mató a un Policía Motorizado, Burzum, Jason Lytle, Delicate Steve, Black Marble, Zombie Zombie y The Wedding Present.

He preparado una playlist de YouTube con una canción de cada uno de los cinco discos seleccionados, aunque no sé si funcionará.  Empieza con diez minutos de Aluk Todolo acompañados de un plano fijo de la portada del disco: si el adusto trío francés no es lo suyo, mejor pinchen aquí.

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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