A lo mejor me estoy dejando llevar por el calendario comercial, ese que desempolva las bombillas de colores a finales de octubre, pero, después del jersey festivo de Slayer, resulta que hoy les traigo una canción navideña. Tracey Thorn, a la que el mundo sigue recordando como el 50% de Everything But The Girl, ha sacado un álbum entero de canciones relacionadas con la navidad: se titula Tinsel And Lights (es decir, Espumillón y luces, con lo que a la mayoría ya nos ha servido para aprender cómo se dice espumillón en inglés) y se compone en su mayor parte de versiones de gente como Dolly Parton (qué bien queda en voz de Tracey su Hard Candy Christmas), Randy Newman, Scritti Politti, Ron Sexsmith o The White Stripes.
Pero la canción que más destaca en el álbum es justamente la primera, Joy, una de las dos creaciones originales del lote. Destaca, primero, porque es simplemente preciosa, pero empieza a trascender esa belleza más o menos trivial en cuanto uno se fija en la letra y se da cuenta de que la primera frase se refiere a un diagnóstico médico, y entonces se convierte en la canción navideña definitiva. Joy viene a ser un canto a la navidad como refugio frente a la enfermedad y a la certeza de que nuestros seres queridos pueden desaparecer pronto: un refugio levantado a conciencia, a base de voluntad y cariño. «Cuando alguien muy querido / te llama con las palabras ‘todo está bien’ / es lo que quieres oír / pero sabes que puede ser diferente el año nuevo. / Por eso, por eso / colgamos las luces muy alto. / Alegría», dice la primera estrofa. Y la segunda: «Te encantaba cuando eras niño / pero ahora la necesitas más que nunca. / Es la oscuridad/ lo que nos hace ver belleza en la chispa. / Por eso, por eso / los villancicos te hacen llorar. / Alegría». Y todavía les voy a poner otra, no escapen: «Así que enciende el fuego del invierno / y mira cómo crecen las llamas. / Haremos acopio de nuestros miedos / y afrontaremos los años que vienen / y todo lo que vayan destruyendo / y les arrojaremos a la cara nuestra alegría». Y el tema acaba en plan gospel, con los coros de Ben Watt, esposo de Tracey y el otro 50% de Everything But The Girl, y de los tres hijos del matrimonio. Admitiré que nunca he sido gran seguidor del dúo y, hasta ahora, no sabía que Watt padece una rara vasculitis autoinmune, el síndrome de Churg-Strauss.
Me voy de vacaciones tres semanas, pero les dejo programadas unas cuantas canciones (como de costumbre, elegidas al azar) para animar un poco esto. El tema de Tracey Thorn me tiene tan sobrecogido que ni siquiera les voy a hacer bromitas con el joy que siento ante la libranza. Ups, se me escapó.