Los encuadres donde los encuadres, los franceses Aluk Todolo seguirán pareciendo una cosa rara. Normalmente se les emparenta con el black metal, donde se desarrolló la prehistoria conocida de sus componentes, y con el krautrock, esa corriente alemana que ha quedado como la parte más venerable del rock progresivo. Dicen por ahí que su propósito es “crear una mezcla orgánica e intemporal de la rareza del krautrock y la frialdad del black metal”, y lo dicen con las mismas palabras en tantos sitios que supongo que el origen de la frase es una nota promocional. Pero también en los rebaños del black metal o el krautrock (si es que existe algo así como un rebaño dedicado a escuchar a Can, Neu!, Amon Düül y La Düsseldorf) llamaría la atención este trío instrumental, de sonido crudo y bello, que ha dado un paso de gigante desde su anterior álbum (y mira que ya era bueno) hasta el Occult Rock de este año. A ver si vuelven por Bilbao, que su concierto de 2010 en el Palma Beach se acabó suspendiendo en el último momento, cuando yo ya había logrado la proeza sin precedentes de convencer a mi mujer para que me acompañara.

El disco, doble, se compone de ocho movimientos que oscilan entre los ocho minutos y medio y los doce. Y no, no cansa, qué va a cansar: de hecho, he tenido serias dificultades para escoger un fragmento como canción de la semana. Al final, les va el sexto, que es el más corto y uno de los más contemplativos, con elementos que a mí me recuerdan a Killing Joke (me ocurre en algunos pasajes del disco, supongo que por culpa del bajo) y con un momento maravilloso justo antes del minuto seis. Mucha música buena tiene que editarse para que esto no acabe en mi pequeña selección de lo mejor del año.