Vivimos en un mundo raro. Vale que un señor surcoreano llamado Park Jae-sang, a quien conocen como PSY, grabe una canción paródica sobre un barrio pijo de Seúl y la acompañe de un enloquecido baile caballuno, vale que se convierta en un hit mundial y que el vídeo bata todos los récords de visionados en YouTube (más de 275 millones) y que el universo entero se dedique a parodiar los anómalos movimientos del sujeto y sus bailarines. Al fin y al cabo, la canción es hiperpegadiza y ya iba siendo hora de que algún representante de la trepidante escena pop coreana alcanzase el éxito global. La rareza de nuestro mundo no está en eso, sino en lo que nos cuenta hoy la agencia Reuters: resulta que el padre de PSY preside una firma de software, que ha doblado su valor en los dos meses transcurridos desde que el retoño irrumpió al galope en la cultura musical de occidente. Parece que los inversores se han vuelto locos por comprar valores de la compañía, D I Corp, que se dedica a los semiconductores: «El sentimiento positivo de Gangnam Style ha atraído a los inversores», explica a la agencia un especialista coreano en asuntos bursátiles. Así va todo.
El rellenito PSY, que resume su estilo como «dress classy, dance cheesy» (algo así como vístete con clase y baila hortera), se ha comprometido a interpretar su canción con el torso al aire si alcanza el número uno de la lista Billboard. Para contrarrestar un poco la inquietante imagen mental que habrá dejado en ustedes esta última noticia, les dejo con un vídeo de otras ilustres coreanas, f(x), que me temo que no tienen intención de cantar en topless.