Ayer concluyó la Semana Elvis, el programa de actos con el que cada año se conmemora en Graceland la muerte (o supuesta muerte, si son ustedes conspiranoicos) del Rey. Unas 20.000 personas se han pasado por la mansión reciclada en parque temático para rendir tributo al cantante, visitar su tumba y disfrutar de un programa de actos que combina devoción imperecedera y kitsch radical, con abundancia de impersonators e incluso un bingo Elvis. En el trabajo de verdad me ha tocado vincular este asunto con otras sepulturas que reúnen al gentío, pero solo he podido mencionar de paso lo que más me ha interesado del asunto: el cuadernillo oficial de la Elvis Week permite atisbar el fascinante mundo del merchandising de Elvis, que sigue boyante y rentable.

El objeto que más me ha llamado la atención, y que no me importaría incorporar a mi estantería de posesiones grotescas (vale, llámenlo gabinete de curiosidades, que queda más chulo), es el Mr. Potato de tributo a Elvis que les pongo en la foto. No me nieguen que es una monada. También hay una Barbie Elvis, morena, con tupé y lazo al cuello y vestida de lamé dorado, como el cantante en la portada de 50,000,000 Elvis Fans Can’t Be Wrong. La abundante publicidad del folleto incluye asimismo a BK Enterprises, expertos en reproducir atuendos del Rey; el Crucero Elvis, que recorrerá el Caribe bien cargado de imitadores y artistas tributo; la bebida energética All Shook Up y los vinos de las bodegas Elvis Presley, que lucen en sus etiquetas nombres como Jailhouse Rock, Blue Suede Chardonnay o The King Of Rock’n’Roll. Habrá que estar atento el año que viene, porque con el 35 aniversario de la muerte seguro que tiran la casa por la ventana. O a lo mejor Elvis se decide por fin a abandonar su retiro y aparece en Graceland, a riesgo de que lo confundan con un impersonator viejo, gordo y malo. O con un Mr. Potato gigante.