Hasta hace un par de semanas, lo de Amy Winehouse en el BBK Live no tenía tan mala pinta: llegaban noticias de que su nuevo álbum iba avanzando e incluso salió publicado que había brindado un «fantástico espectáculo» en un club de Londres. «La Amy frágil, volátil e impredecible ya no existe. No estaba metiéndose vodka en el backstage. Se la veía en una forma fantástica, tenía una pinta excelente y sonaba muy bien. Fue como una de sus viejas actuaciones», relató al tabloide The Sun uno de los asistentes. Una de tres: o el borracho era el espectador misterioso, o alguien pagó mucho dinero para diseminar falsas esperanzas, o estos últimos días han sido de mucho ajetreo para la amiga Amy, porque los vídeos de Belgrado que todos hemos visto (y, si no, tienen uno abajo) son desoladores. Qué pena da la vocalista. Y, sobre todo, qué pena de otro tipo da el corista y bailarín negro, profesionalísimo, que la mira y la remira intentando saber qué ventolera le va a dar a la extraviada jefa.

Al final, Amy ha cancelado toda su gira, incluido el concierto de Bilbao, y la tenemos de vuelta en lo más profundo del pozo, en un radical back to black. Es un caso terrible de persona superdotada para la música que está aún más superdotada para la autodestrucción. Algunos agoreros ya apuntan la probabilidad de que acabe sumándose al siniestro club de los 27, la nómina de figuras del rock que murieron con esa edad: Janis Joplin, Jimi Hendrix, Jim Morrison, Brian Jones, Kurt Cobain… Conste que he copiado la lista, así que no me culpen si alguno llegó a los 28, una edad que Amy cumplirá el 14 de septiembre, si ella misma no lo impide.

¿A quién contratarían ustedes para sustituirla?