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Viola violada

Debo admitir que siento cierto placer infantil cada vez que la interpretación de una pieza clásica más o menos aventurada desencadena un escándalo. El ejemplo típico, ya saben, es el estreno de La consagración de la primavera de Stravinsky, que desembocó en peleas a puñetazos e intervención de la Policía, pero el fenómeno es relativamente frecuente, hasta el punto de que la Wikipedia le dedica un epígrafe: ahí hallamos, por ejemplo, otro caso más reciente, el de los Four Organs de Steve Reich en Nueva York, que llevó a una mujer a arrodillarse frente al escenario y golpearse repetidamente la cabeza contra el suelo al grito de «¡Parad! ¡Parad! ¡Lo confesaré todo!».

El último tumulto se ha registrado en San Francisco durante un concierto del violista John Eichenseer, bajo su advocación de JHNO. Eichenseer, que suele acompañar a la rockera intensa y confesional Carla Bozulich, se dedicó a modelar el sonido de su instrumento a base de delay electrónico y feedback, hasta que dos miembros del público empezaron a armar bulla con aplausos a destiempo y gritos: «¡Esto es una profanación! ¡Soy un violista auténtico y puedo decir que esto no es música!», llegó a gritar un señor de avanzada edad. El protagonista -al menos hasta entonces- de la velada arrojó su pobre instrumento al suelo, con lo que le produjo importantes daños, e interrumpió el concierto. Lo más divertido de estos tiempos enredados es que todos los implicados están prolongando la discusión en internet, concretamente aquí: «Mis acciones tuvieron como única causa la necesidad de detener el dolor en mis oídos -explica el alborotador principal, que realmente es un prestigioso violista, Bernard Zaslav, especializado en música contemporánea-. Cuando JHNO empezó su pieza e incrementó gradualmente el volumen hasta una sobrecarga de decibelios constante y ensordecedora, yo estaba literalmente atrapado». No podía limitarse a huir, añade, porque para ello habría necesitado su bastón.

Comprenderán que tenemos que oír lo que hace JHNO, cuyo trabajo se puede descargar por la cara aquí. La verdad es que hemos escuchado muchas cosas más dolorosas.

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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