Los franceses Magma son uno de los grupos más extravagantes de la historia del rock. Baste mencionar su costumbre de cantar en kobaïano, lengua inventada que supuestamente procede del planeta Kobaia, también ficticio. Sus primeros discos, de hecho, narraban la historia de unos seres humanos que escapaban de una Tierra destruida y se establecían en Kobaia, o algo así. Pero creo que todo este armazón conceptual, tan excesivo y tan setentero, acaba resultando contraproducente cuando lo contemplamos con los ojos de nuestra época, mucho menos dada a esas densidades: uno lee eso y piensa que Magma por fuerza han de ser un inmenso latazo pretencioso e intelectualoide, cuando en realidad sabían hacer una música orgánica e intensa, como en este De futura, muy entretenido a poco que uno sintonice con los modos progresivos. Y su directo debía de ser -o, mejor, debe de ser, porque continúan en activo- una cosa imponente, como se puede deducir de esta grabación de 1977, pese a sus carencias en sonido. El realizador presta la lógica atención al batería y líder, Christian Vander, pero también permite deleitarse con las estampas del muy barbado vocalista, Klaus Blasquiz, y del segundo batería, que no sé cómo se llamará pero luce unos espléndidos bigotes.