Como Murakami me tiene en plan nipón, hoy he pasado un rato muy entretenido leyendo la recopilación de leyendas urbanas japonesas que fue publicando el año pasado el blog Pink Tentacle, una amena sucesión de muñecas infernales a las que les crece el pelo, fantasmas que se esconden en los baños de chicas, hombres de escrotos gigantescos y cabezas de samurai enterradas bajo el centro financiero de Tokio. Me ha gustado particularmente la maldición del anuncio de Kleenex y, como tiene algo que ver con la música, se la traigo por aquí.
La cuestión es que, a mediados de los 80, la marca de pañuelos de papel se anunciaba en Japón con uno de los spots más marcianos y malrollistas que he visto en mi vida. Lo tienen abajo. La verdad es que ni siquiera me extraña que los espectadores sintiesen cierta inquietud al verlo, y pronto empezaron a surgir las leyendas: que la protagonista había engendrado un bebé demoniaco, que la habían internado en un psiquiátrico, que el actor que hace de diablillo (o lo que pretenda ser eso) había muerto en extrañas circunstancias… Pero también que la banda sonora era una maldición en alemán que iba cambiando según las horas: por las noches, la voz de la cantante se convertía en el rasposo ensalmo de una vieja bruja. Todo mentira, claro. Lo de la canción, seguro, porque ni siquiera es en alemán: se trata de la versión original a capela de It’s A Fine Day, la canción feliz que hicieron famosa Opus III. La firmaba Jane y, la verdad, no suena muy maléfica.