En mis pasadas vacaciones leí el libro que ha dedicado Bill Bryson a la figura de Shakespeare. No, no huyan ante el sagrado nombre del Bardo: aparte de que se trata de uno de los libros más interesantes y entretenidos que han caído en mis manos en bastante tiempo, no pretendo soltarles una chapa letal sino sólo comentarles un detallito tonto que me llamó bastante la atención. Resulta que Shakespeare también fue pirateado: cuenta Bryson que, hasta que dos amigos recopilaron su producción teatral y la publicaron con un poco de decencia (y esto ocurrió siete años después de su muerte), las obras de Shakespeare circulaban en ediciones baratas, “doce de ellas calificadas como ‘buenas’ y nueve como ‘malas'”. Estas versiones malas eran, ejem, “reconstrucciones memorísticas”, es decir, el resultado de poner por escrito lo que uno recuerda de una representación. El libro recoge el monólogo de Hamlet que aparece en uno de estos pirateos cutres:
Ser o no ser, ay es el asunto.
Morir, dormir, ¿es eso todo? Ay todo.
No, dormir, soñar, ay maría así es.
El ser humano no ha cambiado mucho desde el siglo XVII, pero la tecnología sí. ¡Ay!